Nadie ha pasado un día sin pecar, solo nuestro amado Salvador es el Único que ha pasado por este mundo sin haber ofendido a Dios pecando, Él es nuestro ejemplo a seguir cada día, nos ayuda para que no nos mueva el pecado de la santidad que solo Él nos proporciona, aprendamos de Su ejemplo porque en Su boca no se halló engaño, que nosotros tampoco engañemos a nadie, porque como Él todo lo conoce no podemos engañarle, por tanto que nos propongamos a vivir agradándole cada día obedeciendo Su Palabra para que reciba toda la Gloria.
NUESTRO SALVADOR INMACULADO
[Cristo] no hizo pecado, ni se halló engaño en Su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición. (1 Pedro 2:22-23)
Jesucristo tiene que haber estado en el pensamiento de Pedro cuando escribió los versículos de hoy porque fue testigo del dolor de Jesús, aunque de lejos. A pesar de lo severo de Su dolor, Cristo no cometió pecado alguno de palabra o de hecho.
Isaías 53:9 dice: “Nunca hizo maldad”. “Maldad” se traduce como “desobediencia” en la Septuaginta (la versión griega del Antiguo Testamento hebreo). Los traductores entendieron que “maldad” se refería a la desobediencia a la ley de Dios, o el pecado. A pesar del trato injusto que tuvo que soportar, Cristo no pecó ni podía pecar (cp. 1 P. 1:19).
Isaías 53:9 añade: “Ni hubo engaño en Su boca”. Por lo general el pecado hace su primera aparición en nosotros por lo que decimos. En Jesús no había pecado alguno, ni externa ni internamente.
Jesucristo es el ejemplo perfecto de cómo debemos reaccionar ante el trato injusto porque Él soportó el peor trato que pueda soportar persona alguna, y sin haber pecado nunca.
YA BASTA!
Después que Bob Ritchie se graduó de la universidad paso las siguientes dos décadas atrapado en el amor al dinero y el progreso. Mudo a su familia cinco veces a causa de su carrera para poder ganar más dinero. Cada vez dejaban atrás cálidas iglesias locales y amigos.
Llego un momento en que Bob y su familia raras veces tenían tiempo para estar juntos. A medida que Dios se volvió extraño para ellos, también el Señor se convirtió en un extraño. Bob se sentía desesperadamente solo y aislado. Puesto que cada vez estaba más descontento con su vida, dijo finalmente: Ya basta!
Hoy día, Bob testifica que Dios le enseño el significado de la palabra reducción. Dejo de ir en pos del dinero, pasaba menos tiempo en el trabajo, compraba menos cosas y aprendió a estar contento con lo que tenía. La familia volvió a ser fiel al Señor y activa en la iglesia.
Santiago nos advirtió que no nos obsesionáramos con amasar riqueza (1:9-11; 5:1-6). Seamos ricos o pobres, el deseo del dinero puede apoderarse de nuestra vida sutilmente. Algunos personas han caído en sus garras sin ser conscientes de ello y se están marchitando en sus empresas (1:11).
Necesitas imitar el ejemplo de Bob? Tal vez sea hora de decir: Ya basta!
Santiago 1:11. . . . así también se marchitara el rico en medio de sus empresas.
No hay nada que supere en el mundo como vivir en la Presencia del Señor, tenerle en el corazón para que sea nuestro Rey y dueño de nuestra existencia, por eso todo lo que hacemos, pensamos o decimos es para agradarle a Él y para tener la clase de vida que solo por Cristo hemos recibido, si estas atrapado en algo que no sea el amor de Dios, es mejor que lo abandones para tener la vida abundante que nos ha dado el Salvador, deja de ser extraño para Él y que pueda decir que te conoce bien.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA