Una de las cosas por las cuales debemos estar agradecidos con el Señor es porque nos ha justificado, nadie excepto Él lo puede hacer, por Su sacrificio en la Cruz del Calvario lo ha hecho para ser hijos de Dios, podernos presentarnos ante Su Trono sin mancha ni pecado, que privilegio hemos obtenido por Su amor inagotable hacia nosotros, correspondámosle por tanto obedeciendo Su Palabra y recordando que no es por ritos, sacrificios o lo que pretenda hacer el hombre, que los demás lo sepan al testificarles de esta enorme bendición.
LA DEBIDA JUSTICIA
No teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo. (Filipenses 3:9)
Conocer a Jesucristo es tener Su justicia, Su santidad y Su virtud imputadas a nosotros, lo que nos hace justos delante de Dios.
En los primeros años de su vida, el apóstol Pablo trató de alcanzar la salvación por el apego estricto a la ley. Pero cuando fue confrontado por la admirable realidad de Cristo, estuvo dispuesto a cambiar toda su justicia propia y moralidad externa, buenas obras y ceremoniales religiosos por la justicia concedida a él mediante la fe en Cristo. Pablo estuvo dispuesto a perder la débil y descolorida vestidura de su reputación si podía ganar el espléndido e incorruptible manto de la justicia de Cristo.
Ese es el mayor de todos los beneficios porque garantiza nuestra posición delante de Dios. Es el don de Dios para el pecador el apropiarse por fe de la obra perfecta de Cristo, que satisface la justicia de Dios.
DIME SEÑOR
Dime Señor, ¿por qué cuando no estoy contigo, los días son más tristes y melancólicos, cargados de nubes grises y sin un rayo de luz?
Dime Señor, ¿por qué cuando me faltas Tú, me irrito con facilidad, no tengo consideración con los demás, y todos me parecen falsos y embusteros?
Dime Señor, ¿por qué cuando no estás a mi lado, el trabajo se me hace más pesado, los sufrimientos eternos, las noches de confusión interminables; y experimento insatisfacción, angustia y duda?
Dime Señor, ¿por qué cuando me ausento de Tu presencia, le pierdo sentido a la vida y busco refugio a mi soledad en los vicios, en el aturdimiento, a pesar de que sólo encuentro sinsabores y tribulación?
Dios Mío, si de Ti me viene la alegría, el deseo de amar y de vivir, concédeme estar siempre contigo.
Amén
PRUEBAS DE FUEGO
Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas… (Santiago 1:2).
El fuego puede ser uno de los peores enemigos de los árboles. Pero también es útil. Los incendios pequeños y frecuentes limpian el piso forestal de hojas y ramas secas, sin destruir los árboles. Dejan cenizas, que son perfectas para que las semillas germinen. Es sorprendente que incendios pequeños sean necesarios para el crecimiento de los árboles.
Asimismo, las pruebas —que la Biblia describe como fuego—son necesarias para nuestra salud y crecimiento espiritual (1 Pedro 1:7; 4:12). Santiago escribió: «Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna» (Santiago 1:2-4).
Es en las pruebas donde suelen cumplirse los propósitos de Dios, porque son buenas para madurar espiritualmente. Este crecimiento no solo nos prepara para la vida; también nos permite reflejar más nítidamente a Jesús ante un mundo que lo necesita con desesperación.
En las manos de nuestro Padre, las pruebas pueden lograr sus propósitos para nuestro beneficio y para Su Honra. Pueden conformarnos a la imagen de su Hijo.
— Bill Crowder
Si te hayas en pruebas no te aflijas, estas tienen el propósito divino para contigo, por eso esta porción nos dice que nos gocemos, porque el Señor que conoce todo de ti, sabe con el fin que la envía, por eso agradece y después veras que fue para tu propio bien, así no comprendas por ahora lo que sucederá después, solo debe bastarte que el Señor que todo lo sabe lo hace para que te goces más adelante y viendo el resultado le des toda la Gloria porque hizo lo correcto.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA