Si enfrento un reto o crisis personal, sólo necesito dirigirme a mi interior, a la Fuente interna, para orar. Mi fe en un poder mayor me da el valor para vencer cualquier obstáculo en mi experiencia humana. Tengo presente que yo soy un ser espiritual, una creación de Dios. Sé que los milagros suceden —no sólo a mí, sino por medio de mí.

Comprendo que la fe es mucho más que creer en algo “allá arriba”, fuera de mí y de donde estoy. La fe es un conocimiento interno y profundo de que el Cristo en mí es mi esperanza de gloria. Por medio de la fe, sé que puedo marcar la pauta en este mundo. Vivo con confianza, sin dudar, sabiendo que con Dios todo es posible.

En en libro La trampa de la felicidad el autor dice: “La respiración consciente sirve de ancla para mantenerte firme en medio de una tormenta emocional”. A lo largo del día, presto atención al ritmo de mi corazón —quizás rápido cuando hago ejercicio y sereno cuando respiro despacio y deliberadamente.

Cierro los ojos, inhalo profundamente y exhalo completamente, y mi mente se aquieta. Tomo mayor conciencia de mis pensamientos y mi habilidad de dirigirlos.

Pongo mi atención en las actitudes que fomentan resultados positivos. Al inhalar y exhalar, pienso en las bendiciones en mi vida y siento la riqueza de la absoluta gratitud. Sintiendo mi unidad con el Espíritu, respiro fácilmente y con agradecimiento.

Parte de crecer es llegar a ser más sabio, y continúo creciendo en conciencia cada día. No soy la misma persona hoy que fui hace diez años. Algunas creencias y comprensiones que una vez fueron importantes han evolucionado.

La conciencia espiritual requiere que vea con nuevos ojos. Si observo dificultades o pérdidas, miro más allá de ellas hacia las semillas de nuevas posibilidades. Tengo fe en que algo mayor y mejor puede surgir de los retos que enfrento. La evolución espiritual puede desarrollarse lentamente como un reconocimiento que surge como el alba o puede llegar súbitamente como un relámpago de nueva comprensión.

La gracia de Dios iguala mis esfuerzos, ayudándome a ejercitar mi voluntad espiritual. Así como los benefactores de organizaciones igualan las donaciones dadas en favor de una causa noble, mis esfuerzos son igualados por los recursos espirituales tales como la inteligencia y compasión infinitas.

Cada paso que doy hacia mi fuente divina es igualado con una respuesta poderosa de recursos espirituales que se dirigen hacia mí. Mantener la intención enfocada en la curación, guía, armonía y abundancia, activa la gracia.

La gracia ilimitada y que todo lo sostiene, fluye a mí y por medio de mí, avivando mi esperanza y renovando mi fe. Al hacer mi parte, mis esfuerzos son más que igualados por la respuesta del Espíritu.

Cuando elevo mi comprensión espiritual, obtengo una perspectiva diferente. Desde un punto de vista limitado, puede que parezca que no sé cómo resolver un problema. Mas desde un punto de vista elevado, siempre veo una solución. Necesito “subir más”.

Emmet Fox escribió que la solución a un problema es dejar de poner la atención en él y enfocar la atención en Dios. El Espíritu es la solución para todo problema. Poner las preocupaciones a cargo de mi poder interno más elevado afirma mi unidad con Dios. Al enfocar mi atención en lo Divino, encuentro que resuelvo cada problema de manera armoniosa y efectiva. Mis respuestas son reveladas desde una perspectiva espiritual más elevada.