El diminuto colibrí trabaja silenciosamente pero con un propósito: ir de flor en flor recolectando néctar para su alimentación y, a la vez, polinizando flores. Cuando la atmósfera está tranquila y el colibrí está cerca, podemos oír el zumbido de sus alas.
Siento ternura y asombro cuando tomo tiempo para estar consciente del Creador de toda vida. Acojo el Silencio y concentro mi atención en el silbo apacible y delicado en mí. Más cerca que mi respiración, el Espíritu divino me sustenta. Recibo inspiración a medida que reflexiono acerca de quien soy: una obra del Creador.
Dondequiera que esté en el momento de suscitar mi unidad con la presencia de Dios, estoy en un lugar sagrado.
Pero el Señor añadió: “Descálzate los pies, porque estás pisando un lugar sagrado”.—Hechos 7:33
Al buscar crecer en compasión, sigo el ejemplo de Jesús. Las historias del Evangelio dan muchos ejemplos de Jesús demostrando compasión. Él tuvo en cuenta las necesidades y los sentimientos de amigos y extraños por igual. Recuerdo que Jesús no evadió a los destituidos; los sanó y comió con ellos. Su compasión alimentó a una multitud y transformó el agua en vino.
Al enterarse de que su querido amigo había muerto, Jesús lloró. Incluso cuando sus discípulos lo desertaron y fue crucificado, Jesús Le pidió a Dios que los perdonara. Al desear ser compasivo, tengo presente que tanto mis palabras amables como mi presencia amorosa proporcionan consuelo. Escucho profundamente con mi corazón y con mis oídos.
No busque cada uno su propio interés, sino cada cual también el de los demás.—Filipenses 2:4
Mi crecimiento espiritual es un viaje continuo de descubrimiento. A lo largo de los años, he crecido en discernimiento y comprensión, a veces lentamente y otras veces rápidamente. Siempre estoy cambiando, siempre creciendo en mi potencial como ser espiritual.
Si no parece que estoy progresando, recuerdo que aunque no haya estado consciente de mi crecimiento éste ha estado sucediendo. Mi desarrollo ha sido continuo. Doy gracias por esos momentos de inspiración y claridad. Como una mariposa que emerge de una crisálida y extiende sus alas por primera vez, yo soy completamente transformado por una nueva comprensión. El mundo se siente resplandeciente y emocionante, ¡y lo saludo con entusiasmo!
¡Levántate, resplandece! ¡Tu luz ha llegado! ¡Ya la gloria del Señor brilla sobre ti!—Isaías 60:1