Una pequeña rosa roja
Caminaba un día por la calle, cuando observé como unas nubes
oscuras se juntaban en el cielo,
y vi luego como la lluvia empezó a caer,
rápidamente busqué refugio,
al mismo tiempo que la suave lluvia
se convertía poco a poco en tormenta.
Encontré refugio bajo una cornisa,
a la entrada de una casa,
en el momento en que la tormenta
caía con más fuerza y estruendo.
Vi entonces una pequeña rosa roja, golpeada y
encorvada por las grandes gotas de agua
que constantemente le azotaban;
y a pesar de esto no se rompía,
sino que soportaba con increíble
resistencia el gran embate de la lluvia y
cada uno de sus golpes;
manifestado en grandes y pesadas gotas de agua.
Me sorprendí al ver como a pesar del viento y lluvia,
la pequeña rosa roja soportaba el
gran castigo, sin ceder ni un ápice.
En muchos momentos, pensé verla caer,
derrotada por la furia del agua, mas sin embargo,
volvía a enderezar su ya doblado tallo por la lluvia.
Al pasar la lluvia, y ver como el sol salía
de entre las oscuras nubes,
noté con asombro como la pequeña y frágil rosa roja,
estaba aún en su lugar,
con su tallo erguido hacia el cielo,
mostrando con orgullo sus bellos pétalos rojos,
en señal de su victoria ante las fuerzas
de la misma naturaleza, a la cuál pertenece.
Esto me hizo reflexionar acerca de mi vida;
pues al recordar como la indefensa
rosa luchaba por seguir en pié ante la tempestad,
y después de observar cuán dura había sido su lucha,
me recordó las dificultades que había tenido en mi vida,
y de como muchas veces, había sentido que
ya no podía más, pero al ver la rosa roja,
en pié y victoriosa, recordé aquel
pasaje de la Biblia, donde Jesús nos dice
que nosotros valemos más que las flores
del campo y los pajarillos del cielo, y pensé:
"Si Jesús dio fuerza a esa pequeña rosa roja
para pasar la tempestad; ¿por qué he yo de
temer a las adversidades? ,
Pues si Jesús no dejó que esa rosa que no ama,
no camina y no tiene razón soportara la tormenta,
¿cuánto más cuidará de mí,
hijo de Dios y heredero de la vida eterna?”.
Desde entonces
no dejo que nada me asuste,
atemorice o desanime,
y cada vez que siento desfallecer;
recuerdo aquella pequeña rosa roja,
la cuál me mostró cuánto valgo
y lo duro que he de pelear en este mundo,
pero también recuerdo el amor
que me tiene aquel que dio fuerza a la rosa,
para que pudiera resistir.
Con amor para ti desde.....
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