Afán Efímero
La araña teje su tela a costa de un largo trabajo
y de numerosas idas y vueltas. Entreteje sus
innumerables hilos, sin economizar su
sustancia, pues saca el material de sus
propias entrañas. Pero basta un escobazo para
destruir esa obra de arte. El mismo insecto
corre el riesgo de terminar brutalmente
sus días bajo los pies de quien hace la limpieza.
¿No ocurre lo mismo con los humanos?
Se agotan buscando riquezas o una situación mejor,
más bienestar o reconocimiento de parte de
sus semejantes, diversas clases de distracciones...
Gastan su energía, su inteligencia y su salud
tratando de lograr las metas terrenales que se
proponen. ¡Y cuando creen haber acabado su
obra, se dan cuenta de que se parece a una telaraña!
"Engrandecí mis obras" -escribió el rey Salomón-,
"edifiqué para mí casas, planté para mí viñas;
me hice huertos y jardines... fui engrandecido...
y he aquí, todo era vanidad y aflicción
de espíritu" .
Aprendamos a medir lo que hacemos, no en la
escala del tiempo que pasa, sino en la de la
eternidad. Sin descuidar el trabajo, es necesario
dar prioridad a la salvación del alma por la fe
en Jesucristo. "¿Qué aprovechará al hombre
si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?" .