Una carta de amor
no es un naipe de amor.
Una carta de amor tampoco es una carta
pastoral o de crèdito, de pago o fletamento.
En cambio se asemeja a una carta de amparo
ya que si la alegrìa o la tristeza
se animan a escribir una carta de amor
es porque en las entrañas de la noche
se abren la euforia o la congoja,
las cenizas se olvidan de su hoguera
o la culpa se asimila en su pasado.
Una carta de amor
es por lo general un pobre afluente
de un rìo caudaloso
y nunca està a la altura del paisaje,
ni de los ojos que miraron verdes,
ni de los labios dulces
que besaron temblorosos o no besaron,
ni del cielo que a veces se desploma
en trombas, en escarnio o en granizo.
Una carta de amor puede enviarse
desde un altozano o desde una mazmorra,
desde la exaltaciòn o desde el duelo,
pero no hay caso, siempre,
serà tan sòlo un calco,
una copia frugal del sentimiento.
Una carta de amor no es el amor,
sino un informe de la ausencia.