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Romance de las estrellas
Madre: en aquel pozo negro y hondo y frío de la huerta, que junto al muro se abre, se cayeron las estrellas...
Yo las estuve mirando, fijamente, desde afuera, y, con un temblor de lágrimas también me miraban ellas...
Entre los grandes hay unas chirriquititas, que apenas abren sus ojos azules, redonditos como cuentas...
Madre: la culpa de todo la tiene la molinera; dejó sin tapar el pozo cuando se paró la rueda, y atraídas por el mágico hechizo del agua quieta, fueron cayendo, una a una, las estrellitas viajeras...
Madre: con el cubo grande con que regamos la huerta, me voy a pasar la noche sacando estrellas...
-No, hijo, en el pozo negro deja en paz las aguas quietas, si las mueves con el cubo, ya no verás las estrellas.
¡Las estrellas no se tocan: sólo se ven... y se sueñan!
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