"Posiblemente llegará el momento en que me entenderán menos y entenderé menos a los demás. Con el tiempo se irán acentuando más las diferencias de edades, cambian las costumbres, las modas. Los adelantos científicos y tecnológicos conllevan grandes transformaciones y por eso mis puntos de vista y el enfoque que yo le dé a los acontecimientos serán menos aceptados.
Por Alberto Delgado
• Mis opiniones y juicios perderán peso. La credibilidad disminuirá y contaré menos para muchas personas.
• Por fuerza de las circunstancias y por la vertiginosa carrera de la vida, cada año me iré quedando desactualizado. Me pondré "obsoleto" y muchos pensarán que no soy de ‘este tiempo’ y dirán: "eso era en su época".
• Con el paso de los meses sufriré limitaciones físicas y funcionales. Disminuirá mi resistencia a las enfermedades; tendré lentitud e inseguridad para actuar y tomar decisiones y todo eso lo notarán los demás.
• También llegará la disminución de mi capacidad mental e intelectual. Seré más lento para leer y tendré mayor dificultad para entender, para asimilar y para aprender. Perderé progresivamente la memoria y confundiré los acontecimientos, los tiempos y las personas.
"Lo que evitaré"
• Tendré que poner todos los medios para no volverme caprichoso, necio, exigente, intolerante y poco comprensivo. Conservaré y manifestaré siempre un cariñoso respeto por los demás.
• Evitaré ser ofuscado, impaciente y mal genio. Procuraré ser muy acogedor y comprensivo, valorando y acatando a todos. Jamás descalificaré ni rechazaré a nadie.
• Igualmente evitaré ser quejumbroso, ‘cantaletoso’, irónico, gruñón y también me cuidaré de no repetir el mismo cuento todos los días.
• No me sentiré inútil, incapaz, estorboso ni acabado. Más bien procuraré ser todo lo contrario.
• No descuidaré mi comportamiento, mis modales, ni mi presentación personal.
• Procuraré no ser absorbente, acaparador, absolutista, dogmático o dueño único de la verdad. Por el contrario, seré más comunicativo y escucharé más.
"Lo que haré"
• Con prudencia y paciencia, mediante mi ejemplo y mi palabra, me dedicaré más a enseñar a mis hijos y a mis nietos las buenas costumbres, la práctica de las virtudes cristianas, los buenos modales, la conducta intachable y todos los conocimientos necesarios para que sean mejores miembros de familia, cristianos fervorosos y más útiles a la sociedad.
• Delegaré cada vez más en mis hijos y les transmitiré mis conocimientos y experiencias para que vayan asumiendo las responsabilidades en todo lo referente a nuestra familia.
• En el momento oportuno –y mejor hacerlo pronto-, debo dar a mis hijos las indicaciones sobre el manejo de nuestros bienes y sobre su distribución y reparto. Haré la relación de los bienes y las deudas y las actualizaré cada 6 meses. Si es necesario, elaboraré un testamento.
• Buscaré nuevas formas de ser útil a los demás porque sé que aún esperan mucho de mí y mi obligación es entregar hasta el fin lo mucho que he recibido para ponerlo al servicio de todos.
Es apenas natural ir disminuyendo en todo: en funcionalidad, en capacidad y en posibilidades físicas y mentales y por eso es lógico que continúe opacándome y que otros me reemplacen y tomen las riendas. Conviene pues que otros se luzcan y que uno desaparezca".