Va a la grupa la doncella sobre un corcel de oro y plata, entre el alhelí y el plomo del cielo y el campo en calma. Va a la grupa la doncella aunque ella sola cabalga. Su rubia llama de pelo ha de encender la borrasca cuando se desasosiegue la tarde en paz, gris y cárdena. Aleteos del abril asustan a la hoja plácida y afilan sus acicates en la hora desenfrenada para hundirlos en la prisa de las nubosas ijadas. Por los llanos va el corcel, con luces de oro y de plata, y, en la grupa, la doncella que en las tormentas se escapa. El campo la ve correr con su miopía entornada. Un amor de río gentil se criba entre las pestañas de los chopos espigados, y el verde mirar del agua no sabe descifrar quién es el raptor que la rapta. Nadie se ve en la montura. La niña va arrebatada. Alhelíes de centellas de olientes tonnentas cárdenas no aclararán la visión de la llanura obcecada. La tarde es perla siniestra; el corcel es de oro y plata. Como un eco del galope se oye un trote de tronada. No hará visible al galán la encendida catarata. Va a la grupa la doncella aunque ella sola cabalga.