PLANTAR ÁRBOLES
Tiempo atrás, yo era vecino de un médico en el sur del país, cuyo "hobby" era plantar árboles en el enorme patio de su casa. A veces observaba, desde mi ventana, su esfuerzo por plantar árboles y más árboles, casi todas las semanas. Lo que más llamaba mi atención, era el hecho de que él regaba muy poco los brotes que plantaba. Pasé a notar, después de algún tiempo, que sus árboles estaban demorando mucho en crecer.
Cierto día intrigado, resolví entonces aproximarme al médico y vecino, al cual le pregunté si él no tenía recelo de que las plantas no crecieran. Fue cuando, con un aire orgulloso, él me describió su fantástica teoría. Me dijo que: “si regase mis árboles y plantas, las raíces se acomodarían en la superficie y quedarían siempre esperando por el agua fácil, que viene de la superficie. Como él no las regaba, los árboles demorarían más para crecer, pero sus raíces tenderían a migrar hacia lo más profundo, en busca del agua y de los variados nutrientes encontrados en las capas más inferiores del suelo .Así, según él, los árboles tendrían raíces profundas y serían más resistentes a las intemperies. Y agrego que él frecuentemente daba unas palmadas en sus árboles y plantas y que hacía eso para que se mantuvieran siempre despiertas y atentas”……. Esa fue unas de las pocas conversación que tuvimos con mi vecino”.
Tiempo después fui a vivir a otra Ciudad, y no volví a verlo. Varios años después, al retornar a la Ciudad, fui a dar una mirada a mi antigua residencia. Al aproximarme, noté un bosque que no había antes. ¡¡ Mi antiguo vecino y había realizado su sueño!!
Lo curioso es que aquel era un día de un viento muy fuerte y helado, en que los árboles de la calle estaban arqueados, como si no estuviesen resistiendo al rigor del invierno. Entretanto, al aproximarme al patio de mi ex - vecino, noté cómo estaban sólidos sus árboles: prácticamente no se movían, resistiendo estoicamente aquel fuerte viento.
Las adversidades por las cuales aquellos árboles habían pasado, llevando palmaditas y habiendo sido privados de agua, parecía que los había beneficiado de un modo que el confort y el tratamiento más fácil jamás lo habrían conseguido….
Después de esa experiencia vivida con mi vecino, ahora todas las noches, antes de ir a acostarme, doy siempre una mirada a mis hijos. Observo atentamente sus camas y veo cómo ellos han crecido.
Frecuentemente rezo por ellos. En la mayoría de las veces, pido para que sus vidas sean menos complicadas y más felices con lo cotidiano, para que no sufran las dificultades y agresiones de ésta vida acelerada... Se que es inevitable, muchas veces en la vida que los vientos helados y fuertes nos alcancen. Sé que ellos encontrarán innumerables dificultades y que, por tanto, mis deseos de que las dificultades no ocurran, siempre habrá una tempestad en algún momento de nuestras vidas, porque, queramos o no, la vida no es muy fácil.
Al contrario , pasaré a rezar para que mis hijos crezcan con raíces profundas, de tal forma que puedan retirar energía de las mejores fuentes, de las más divinas, que se encuentran siempre en los lugares más difíciles. Pedimos siempre tener facilidades, pero en verdad lo que necesitamos hacer es pedir para desarrollar raíces fuertes y profundas, de tal modo que cuando las tempestades lleguen y los vientos helados soplen, resistamos bravamente, en vez de que seamos subyugados y barridos.
"Es necesario esperar, aunque la esperanza haya de verse siempre frustrada, pues la esperanza misma constituye una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción
Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa
bajo del cielo: un tiempo para reír y un tiempo para llorar;
un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado.
Un tiempo para bailar y un tiempo para lamentarse;
un tiempo para hablar y un tiempo para callar;
un tiempo para dar y un tiempo para recibir...