No me puedo quejar !corazón!,
te has portado como un rey guerrero...
nada pides a cambio
y soportas todas las inclemencias de mis emociones.
Sin siquiera pedir permiso,
te someto a grandes aprietos y carreras contra el destino.
Y tú allí,
siempre cálido, apasionado y dulce, latiendo y latiendo,
sintiendo y repartiendo los besos y el amor
en todos los sueños de mi cotidiana locura...
Te pinté de azul en mis travesuras creyéndome mariposa
y te enredé en la alambrada de algunos sueños tontos...
Tú, motor de mi vida,
impulsor de mi torrente y propulsor de este palpitar...
segundero, que no descansas nunca
y nunca me dejas parada en la mitad del camino...
a tí, agradezco mis días y mis noches y prometo cuidarte,
para que no me falles...
Palpita suave corazón y late despacito...
que voy a estar cuidándote el tiempo que nos queda.