Amame Y No Me Uses
El amor y el placer son dos cosas diferentes,
el amor es querer a alguién y el placer es hacer algo
para sentirte bien
No me digáis que estas frases del Quijote
no nos vienen como anillo al dedo.
Leedlas, pero sin pensar en Fulanito ni en Menganita.
"Sucedió, pues, que, como el amor en los mozos,
por la mayor parte no lo es, sino apetito, el cual,
como tiene por último fin el deleite, en llegando
a alcanzarle se acaba, y ha de volver atrás aquello
que parecía amor, porque no puede pasar adelante
del término que le puso naturaleza, el cual término
no le puso a lo que es verdadero amor".
Cervantes, recordémoslo bien, no era ciego
y el hombre es el mismo en cualquier época.
En otras palabras: eso de golfear ya se estilaba
desde el Siglo de Oro y desde siglos atrás.
Lo que el Manco de Lepanto nos enseña
en su castellano antiguo y perfecto es algo obvio.
¿Has captado ya la moraleja? A mí me parece que
una cosa es el amor y otra muy diferente, el placer.
Y que nuestro trato, especialmente con el sexo opuesto,
debe orientarse con la brújula del amor.
He reflexionado sobre el tabú del sexo.
Eso que nos suscita tanto pudor y de lo que
solemos hablar entre amigos. Pienso en mi
matrimonio y en el de tantos otros. Si esos actos
matrimoniales que traen la vida se realizan únicamente
por el placer que se experimenta, se acuchilla el amor.
Desde ese momento habremos dejado de ser personas
para convertirnos en cosas, robots teledirigidos
por nuestros apetitos.
El placer, el deleite, el apetito son muy subjetivos.
El amor los incluye, no los desprecia, pero va más allá.
Atraviesa el portón del propio yo y se da a los demás.
No puede estancarse.
La puerta del amor se abre hacia afuera, siempre
hacia los demás, y se llama felicidad. En cambio,
la del placer se cierra con el candado del egoísmo.
El amor dura. El placer se acaba. El placer no es más
que un efecto, un producto secundario. Una especie de barniz
que acompaña las acciones de los hombres y se
diluye como la nieve en verano.
El placer sigue, no se persigue. El placer acompaña al amor,
pero no es el amor. El placer no es un señor,
sino parte del séquito. O si quieres, en lenguaje más taurino:
el amor es el diestro y el placer, uno de la cuadrilla.
El placer es una paloma que remonta el vuelo al
sentirse apresada. Sólo planea verdaderamente en los
vientos del amor.
Recuérdalo siempre: cuando se persigue denodadamente
el placer por el placer, desaparace porque le falta
su fundamento: el amor
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