FLORES, HOJAS Y ESPINAS
La Naturaleza es rica en darnos constantemente,
ejemplos que a veces ni siquiera son notados por nosotros,
más que merecen nuestra atención y meditación.
Un día de estos, caminando en el medio
de una pequeña floresta, empecé a observar
mejor el proceso de renovación de la Naturaleza.
El suelo estaba colorido por los pétalos de las
cuaresmeras misturadas con algunas hojas secas y
algunas ramas desenganchadas por el viento,
amigo natural de los árboles,
que los acaricia manteniendo el punto de equilibrio.
El mismo viento que se transforma en justiciero,
pues el hace caer flores y hojas en la misma
proporción y cuando se hace necesario,
desengancha las ramas muertas.
Por qué? Y porque las espinas de las
rosas continúan y otras tantas plantas
se mantienen, mismo cuando secas,
esperando la llegada de la Primavera?
Pero, volvamos a las cuaresmeras,
árboles de rara hermosura, y que en esta época
del año se muestran como un bello ramillete en
medio de la floresta o embelleciendo j
ardines por unos noventa días.
Ellas dejan sus pétalos y hojas caer,
para que una nueva vida pueda surgir en su lugar.
Miremos las rosas, que a todos encantan con su belleza,
haciendo con que flores,
mismo que de corta vida, interpretes de la sinceridad,
del amor y la amistad.
Cuando no son cortadas a tiempo, caen al suelo,
cubriendo con sus pétalos coloridos,
transformando el suelo en una alfombra
en homenaje al pequeño árbol.
Flores que nadie recogió, y el árbol triste,
con la ayuda del justiciero,
las tiró abajo para que otras puedan nacer.
Piense conmigo:
la alegría del árbol es ver que
alguien recoja sus flores o solamente las admire.
En la composición del cuadro de la
Naturaleza, cada árbol cumple su papel y
obedece rigurosamente su proceso.
Es el ciclo de la vida. Nace, vive y muere!
Empecé a interesarme por el comportamiento
de las semillas de los árboles en el medio de la Floresta.
El Justiciero ayuda!
El lleva la semilla lejos del tronco madre,
para evitar que el árbol que viene
de la semilla que fue abrigada por las hojas y
flores muertas, sea sofocada por su madre.
En la realidad la naturaleza nos enseña
que ningún árbol crece y se reproduce
en la sombra de otro,
pues le faltaría espacio, sol, viento y lluvia.
Veamos la enseñanza que la Naturaleza
nos transmite y que sirve para nuestro
día a día como grandes instructores.
Qué belleza si seguimos también en el leonismo
la Universidad de la Floresta y sus normas de actuación.
Cada compañero León y su Domadora
representan un árbol.
Reproducen flores, hojas, frutos y conviven con las espinas.
Flores y hojas que representan
nuestras actividades, algunas mas, otras menos.
La mayor tristeza de un árbol,
sea el productor de frutos o flores,
es no ver que alguien admire su hermosura,
o peor que alguien recoja sus frutos.
Las pétalas que caen son el símbolo del liderazgo
en nivel de Club, de Distrito e Internacional,
que anualmente son renovadas.
Está llegando la época de la renovación.
Los Clubes eligen sus Presidentes y con ellos los otros dirigentes.
Los Distritos eligen sus Gobernadores y estos forman sus gabinetes.
La Directoría internacional es renovada.
Finalmente todo se renueva, y junto llega la esperanza y
el deseo de éxito.
Ocurre que no es solamente elegir y esperar
que las cosas ocurran por si solas.
Los Compañeros y Domadoras son el sol y la lluvia para la Floresta,
los jardines y los pomares.
Todos nosotros hacemos parte de esta inmensa floresta,
en la cual ningún árbol crece y se fortalece a la sombra de otro.
No podemos ni siquiera imaginar
que seremos rosa y hojas bonitas más sin las espinas.
Ser León es renunciar al egoísmo.
Ser León es asumir una misión.
Ser León es aceptar un apostolado.
Ser León es aceptar la prueba cotidiana
de coraje y de ser auténtico.
Al no serlo, no estamos abrazando la filosofía
del servicio desinteresado.
Necesitamos sí, vivir la plenitud de esta
filosofía, sendo parte del espíritu Leonístico.
No basta usar el distintivo y apenas participar
de las reuniones.
Tenemos que descubrir y practicar cada día
nuestra inmensa potencialidad
de ser humano y de fuerza multiplicadora del amor.
Es así que veo la Floresta, los jardines y los pomares.
Obsérvelos y pregúntese a si mismo:
Qué árbol soy yo?
La respuesta es suya!
Después, piense, analice, medite.
Por: C.L. PIP Augustin Soliva
Brasil
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