ARRUGAS
Cierro los ojos… y veo tus manos. Las arrugas que las surcan me llenan de añoranza y de nostalgia. Cómo me gustaría tocarlas, estrecharlas, seguir con mis dedos las líneas que el tiempo ha forjado.
Cierro los ojos y veo tus manos: cosiendo, bordando, cocinando, sujetando un libro, quitando las hojas mustias de una planta…
El paso del tiempo ha dejado huella en tus manos. Cada surco son evidencia de vida y llevan guardadas risas y lágrimas; momentos felices y tristes. Pero sobre todo encierran una sabiduría infinita.
Me gustan tus manos. Son las manos que me arrullaron; las que me dieron de
comer; las que me llenaron de caricias; las que peinaron mi enredado cabello; las que sujetaban mi cabeza sobre su pecho; las que sabían consolarme; las que me escribían cartas que llenaban mi alma y guiaban mi camino…
Ahora más que nunca cobra sentido el fragmento de una poesía tuya:
“Hoy tus manos están lejos de las mías
pero aún siento el calor y las extraño.
Las mías curtidas por tiempo
sólo esperan que las juntes un día,
tarde quizás, pero quiero sentirlas
en el momento más sublime de la vida”
By María Neira Leon