Una persona sabia dijo que la gratitud es la memoria del corazón. Mis recuerdos enriquecen mi vida a medida que los días y los años pasan. Al evocar memorias gratas, estas enriquecen mi alma.
Elijo explorar mis recuerdos con gratitud. Recordar la bondad de otros me hace sonreír y eleva mi espíritu. Aprecio a las personas quienes han compartido esta vida conmigo. Mis recuerdos de tiempos alegres y de buenas personas revelan la luz del Espíritu.
Al mirar en retrospectiva, sintiendo gratitud por los seres queridos y por las oportunidades que me han dado gran satisfacción, también recuerdo disfrutar la plenitud del momento presente. Ahora mismo estoy creando recuerdos para los años venideros.
Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.—Mateo 6:21
La sabiduría de Dios me dirige hacia mi mayor bien.
Mis creencias y convicciones sientan la base de cómo llevo mi vida. Así que determino alinearlas con la Verdad que el Espíritu me revela. Para ser un canal de bien en el mundo, permanezco receptivo a las comprensiones y las ideas divinas. A veces, puede que necesite pensar de manera diferente y cambiar convicciones equivocadas. Confío en que la sabiduría de Dios en mí me guía en la dirección correcta. Soy un instrumento del amor y la paz de Dios.
La fe surge de mi relación personal con el Dios de mi comprensión. Aunque Dios es el único Poder y la única Presencia, cada persona percibe y siente ese Poder de manera única. Respeto las creencias de los demás y permito que Dios me guíe hacia mi mayor bien.
La fe que tienes, debes tenerla tú mismo delante de Dios.—Romanos 14:22