Perdono y bendigo a los demás al elevarlos en oración.
Al tener presente que cada uno de nosotros es un hijo del Creador, lleno de amor y sabiduría, no oro para que las personas cambien. Si sus palabras o acciones me perturban, resuelvo no culpar. El amor disuelve cualquier barrera que pueda existir entre nosotros. Honro el sendero espiritual de cada persona, al mismo tiempo que reconozco mis cualidades y retos.
El bien que deseo para mí también lo deseo para los demás. El universo provee todo lo que necesito. Afirmo un fluir libre de bendiciones en mi vida y en las vidas de las personas por quienes oro. Disfruto de una experiencia más plena de mi unidad con Dios y con todas las personas.
Y cuando oren, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en los cielos les perdone a ustedes sus ofensas.—Marcos 11:25
La vida es un regalo precioso para ser valorado, vivido y explorado. Junto con el regalo de la vida, contamos con herramientas para crecer y tener éxito.
También tenemos fortaleza para perseverar en tiempos de reto. Una fuente de energía inagotable mora en nosotros. En nuestros corazones yacen el valor y la templanza para mantener el compromiso de seguir adelante.
Se nos ha dado la sabiduría y la comprensión necesarias para tomar decisiones cabales. La luz de Dios ilumina nuestros caminos, ayudándonos a superar todo aquello que pueda impedir nuestro objetivo. Y se nos ha dado amor para compartir según cultivamos las múltiples bendiciones de la vida. Somos vida. ¡Somos regalos al mundo!
Y el que quiera, que tome gratuitamente del agua de la vida.—Apocalipsis 22:17
Si me siento confundido acerca de mis opciones o inseguro acerca de qué camino seguir, tomo tiempo para la contemplación callada. Cierro mis ojos y suelto toda preocupación, tal como si dejara un equipaje en la puerta antes de entrar a un santuario. Al deshacerme del peso, puedo entrar en el Silencio y respirar.
Mantengo mi atención en la quietud, en la cadencia de mi respiración. Digo calladamente: “YO SOY el que SOY”. El YO SOY en mí es la fuente de toda sabiduría y comprensión. No experimenta duda. YO SOY sólo conoce poder, luz y potencial ilimitado. Mi mente y mi corazón están abiertos para recibir la guía del YO SOY—una guía que está tan cerca como la respiración.
Mi boca hablará sabiduría, y el pensamiento de mi corazón inteligencia.—Salmo 49:3