Gracias a la oración cambio mi conciencia de separación a unidad.
Estas palabras resumen el primer principio de las enseñanzas de Unity: Solo existe Un Poder y Una Presencia activa en el universo y en mi vida, Dios el bien omnipotente. Si comprendo este concepto de unidad, sé que yo soy una expresión de lo Divino. Al orar, lo hago consciente de mi identidad sagrada.
Oro, no para cambiar al mundo, sino para cambiar mi comprensión de este. Aparto mi atención del mundo externo y la centro en la sabiduría espiritual. Dejo ir la preocupación y cualquier sentido de separación. Afirmo amor incondicional y permito que Dios sea el bien universal desarrollándose en mi vida. A medida que mis pensamientos son transformados, yo soy renovado en comprensión y fe.
Y mientras oraba, cambió la apariencia de su rostro, y su vestido se hizo blanco y resplandeciente.—Lucas 9:29
En momentos de necesidad, no tengo que sentir que estoy solo. Recuerdo la verdad de que la paz está en mí aun cuando no estoy consciente de ella. Puede que sienta el corazón apesadumbrado, pero mi espíritu se mantiene ligero. Esta es la verdad de mi ser.
Existe un hilo divino que entreteje el tapiz de la vida. Algo que parece que está mal, puede convertirse en una gran bendición. Las apariencias no siempre son lo que parecen. El recordar esto me ayuda cuando me siento abatido. Permanezco en paz gracias a mi conciencia de mi naturaleza divina. Solo necesito tener fe. Si me angustio por mis seres queridos o los acontecimientos del mundo, determino mantener mi confianza. La verdad es que solo existe el bien.
Que nuestro Señor Jesucristo mismo, y nuestro Dios y Padre … les infunda ánimo en el corazón y los confirme en toda buena palabra.—2 Tesalonicenses 2:16-17
Los niños son parte de nuestras mayores bendiciones.
Cada uno de nosotros nace en pureza absoluta. Crecemos, vemos y aprendemos en un estado constante de maravilla. Una de las mayores bendiciones que podemos recibir de los niños es ser testigos de su asombro y alegría a medida que descubren el mundo en el que viven.
Jesús nos instó a ser como niños: a vivir con fe, fascinación e inocencia. Los niños nos recuerdan lo que es verdaderamente importante: el amor, la risa, la aceptación, la receptividad y el deleite. Llevo una vida mucho más rica y plena cuando recuerdo acoger mis circunstancias con la frescura y la emoción de un niño.
La vida es una maravilla, y los niños están entre nuestras mayores bendiciones.
Dejen que los niños se acerquen a mí. No se lo impidan, porque el reino de los cielos es de los que son como ellos.—Mateo 19:14