Cuando me despierto, me detengo para visualizar las posibilidades del día. Puedo imaginar la visita de un amigo, una meta alcanzada o una tarea cumplida cabalmente. Estoy consciente de mis pensamientos, palabras y acciones durante todo el día. Evalúo mis pensamientos y noto cuando necesitan corrección.
En vez de culpar o criticar, busco lo positivo en todas las circunstancias. Pienso antes de hablar y digo palabras que reflejan la naturaleza afable de mi alma.
Mis acciones dicen más que mis palabras, así que estoy atento a todo lo que hago. Según me preparo para dormir, reflexiono acerca de cómo este día bendijo mi vida.