"Agricultura orgánica"
La agricultura orgánica es una herramienta clave para frenar el cambio climático, asegura un informe publicado recientemente por la Asociación para los Suelos, una organización sin fines de lucro con base en el Reino Unido.
"El suelo es el principal banco de carbono del mundo", le dijo a BBC Mundo Patrick Holden, director de la ONG. Contiene tres veces más carbono que la atmósfera y cinco veces más carbono que los bosques.
Los métodos que utiliza la agricultura orgánica (rotación de cultivos y fertilizantes naturales, entre otros) hacen que la tierra absorba una mayor cantidad de dióxido de carbono, que, si se emplean otros métodos agrícolas, se liberaría en la atmósfera contribuyendo al calentamiento global.
"Si uno se fija de dónde provienen las emisiones que han contribuido al calentamiento global en los últimos 150 años, 70% vienen del uso de combustibles fósiles, 20% de la destrucción de los bosques y 10% de la erosión del banco de carbono en los suelos de todo el mundo", explica Holden.
"Esta erosión se debe principalmente a la intensificación de la agricultura", agrega el experto.
Rumbo a Copenhague
"Productos orgánicos"
Si bien la agricultura ocupa un lugar importante en términos de emisiones de CO2, la Asociación para los Suelos considera que a la hora de diseñar estrategias para frenar el calentamiento global, éste ha sido un tema al que no se le ha dado prioridad.
Según Holden, si el mundo abandonase la agricultura intensiva y adoptase los métodos de la agricultura orgánica, "se podrían compensar el 11% de las emisiones de carbono a nivel global".
Pero las prácticas orgánicas no sólo permitirían reducir el nivel de CO2 en la atmósfera -atrapando el dióxido de carbono en el suelo- sino que tienen el beneficio adicional de mejorar la estructura y la calidad de los suelos, haciéndolos por ende más resistentes a las inundaciones y las sequías, fenómenos extremos que muchos científicos atribuyen también al cambio climático.
Peter Smith, profesor de Suelos y Cambio Global de la Universidad de Aberdeen, en el Reino Unido, concuerda con Holden en que cuando se agrega materia orgánica en los campos cultivados (práctica que emplea la agricultura orgánica), los suelos atrapan una mayor cantidad de CO2.
Sin embargo, disiente profundamente en que la agricultura orgánica -como práctica universal- pueda ofrecer soluciones frente al cambio climático.
"Actualmente, seis mil millones de personas viven en el planeta. Para 2050 seremos nueve mil millones. Nosotros tenemos que alimentar a esta cantidad de gente utilizando la misma superficie de tierra que se cultiva en la actualidad", le dijo a BBC Mundo Smith.
"Por esta razón, la implementación de los métodos orgánicos -que rotan los cultivos dejando tierras sin plantar por al menos dos años y tiene un rendimiento menor- nos obligaría a expandir los sembradíos a la selva y otras áreas de vegetación vírgen", añade.
"Esto sería un desastre, tanto desde el punto de vista del cambio climático, como desde el punto de vista de la biodiversidad", asegura el científico.
¿Será posible?
"Campo sembrado de trigo"
A menos qué se produzca un cambio.
"La gran pregunta es si la agricultura orgánica puede llegar a aumentar su productividad para alimentar a una población en constante crecimiento sin aumentar la cantidad de tierra de cultivo".
Para Holden la pregunta que hay que hacerse es otra. "Lo que hay que preguntarse es cómo vamos a alimentar al mundo de manera sostenible teniendo en cuenta el cambio climático, la disminución de los recursos y el aumento de la población".
Según la Asociación para los Suelos la respuesta está en la agricultura orgánica, que, según la ONG, tiene el potencial de implementarse en todas partes del mundo.
América Latina así como otras regiones pueden cambiar sus prácticas sin mayores obstáculos. "Los principios que conforman la base de la agricultura son los mismos desde que se inició la actividad y sólo cambiaron con la llegada del siglo XX", argumenta Holden.
Por esta razón, "pueden ser adoptados nuevamente". Y ese es el camino que la agricultura debería emprender, dicen, "porque es un sistema de producción de alimentos que minimiza la dependencia de los recursos no renovables y de los recursos externos".
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