Una de las cosas más poderosas que puedo hacer por mí mismo y otros es desarrollar la habilidad de escuchar. En el trajín de la vida, puedo olvidar estar atento al mundo a mi alrededor.
En armonía con el mundo, escucho que los pájaros dan la bienvenida al día con sus trinos. Estoy atento a las palabras de familiares y amigos según interactuamos. Percibo los sonidos de la ciudad o del campo y los ruidos cotidianos de la vida.
Escucho atentamente, sintiendo mi unión con el mundo. Soy uno con todas las personas y con toda vida. Veo las maneras cómo todos estamos entretejidos como una comunidad. Reconocemos lo importante que es oírnos unos a otros —nuestros pensamientos, nuestras opiniones, nuestros temores y deseos.
La libertad es mía mediante la presencia moradora de Dios.
La libertad es tanto una realidad como un sentimiento. La realidad es algo experimentado en el mundo a mi alrededor: la habilidad de practicar la religión que elija, viajar donde lo desee y decir lo que pienso sin temor de persecución ni represalia.
El sentimiento de libertad es una experiencia en mi mente, corazón y espíritu. Siento la presencia de Dios en mí como sabiduría y paz y sé que soy guiado a través de las pruebas y tribulaciones de la vida. La presencia de Dios está conmigo a cada paso y en cada decisión. Me siento seguro y protegido.
Aunque las condiciones del mundo pueden afectar mi mundo externo, mis sentimientos son únicamente míos. Soy libre en la presencia de Dios.
Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.—2 Corintios 3:17
La confianza que los niños tienen en sí mismos aumenta cuando reciben apoyo. Hoy bendigo a los niños en mis oraciones afirmando para cada uno:
“Eres una creación de Dios, llena de luz y vida. Que siempre expreses la paz y el amor que moran en ti. Que tu vida sea bendecida más allá de toda medida con experiencias maravillosas que creen recuerdos significativos y duraderos.
“Veo que eres un ser que ama y respeta toda manifestación de vida. Veo que expresas tus talentos, habilidades y tu personalidad única ofreciendo luz y gozo a los demás. Te bendigo con paz y alegría. Te veo fuerte, y seguro a medida que exploras el mundo. Camina con fe y amor, porque eres una creación de Dios”.
Dejen que los niños se acerquen a mí. No se lo impidan, porque el reino de los cielos es de los que son como ellos.—Mateo 19:14