Encuentro solaz en la presencia de Dios en mí. Su amor me brinda consuelo y fortaleza. Mantener mi confianza en el poder y la presencia de Dios me consuela dondequiera que vaya. El Espíritu divino es la fuente de la bondad que ofrezco al mundo.
El amor que Dios es mora en mí, está tan cerca de mí como mi próximo palpitar. Aun cuando en ocasiones afronte palabras o acciones poco consideradas, no me aflijo. En vez de ello, vuelvo mi atención a Dios.
Con Dios, puedo superar cualquier circunstancia difícil. Afronto el caos con determinación y entereza, y la discordia con armonía y paz. El rigor del mundo no se compara al consuelo del amor de Dios; el hogar de mi corazón y el refugio de mi alma.