Permito que la abundancia infinita de Dios fluya por medio de mí.
La prosperidad espiritual es como la electricidad. Cuando apago la luz la electricidad todavía está presente. Simplemente he cortado la corriente para que no llegue al bombillo. También puedo apagar y bloquear el fluir de abundancia para que no se manifieste en mi vida, sin embargo, la provisión abundante todavía existe, siempre.
Mi unidad con Dios me da acceso ilimitado a una fuente infinita de prosperidad. Puedo ir a mi interior y conectarme conscientemente con la verdad de la provisión infalible del Espíritu. Pienso, hablo y actúo de maneras que reflejen la abundancia divina. Al hacerlo, aseguro que mi interruptor esté en posición de encendido. La abundancia del Espíritu se mueve hacia mí y por medio de mí.
Mi Dios suplirá todo lo que les falte, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.—Filipenses 4:19
Aprecio a las personas que me ayudan e inspiran; sin embargo, la fuente de mi fortaleza proviene de mi interior. Recuerdo que YO SOY potencial infinito.
Me libero de nociones falsas de escasez, enfermedad y separación. En vez de ello, acepto con gozo las ideas divinas de abundancia, salud y unidad. Reemplazo la creencia errónea de que alguien o algo tiene poder sobre mí con la verdad: el poder y la autoridad de aceptar o rechazar cualquier cosa están en mí.
Yo soy libre gracias al espíritu de Dios que se expresa como yo. Yo soy libre para ser todo para lo cual fui creado. Mi libertad tiene un propósito: que yo viva sin ataduras a nada ni nadie. Yo soy libre para vivir mi potencial divino.
Manténganse, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud.—Gálatas 5:1