Un suministro copioso está siempre a mi alcance, porque yo soy parte del bien omnipresente de Dios. Mantengo esta Verdad en mi corazón, sabiendo que todo el bien que deseo está disponible para mí a nivel de conciencia. Al orar, avivo la idea divina de prosperidad y me abro al fluir que promueve la provisión abundante. Yo soy inspirado a usar mis habilidades, conocimientos y dones para crear las condiciones que me permitan incrementar mi provisión y atraer mi bien.
Si llego a pensar que mi vida carece de algo, lo único que he de hacer es apreciar la abundancia de la naturaleza, lo que me da evidencia de que vivo en un universo próspero. Gozo de una profusión de bien, y vivo con gratitud.