LOS INSULARES
El hombre vulgar se arrepiente de sus pecados;
el elegído lamanta la futilidad de los mismos.
Casi no existen fábulas que no contengan un algo de verdad. Y con frecuencia permiten asímilar ideas imposibles de digerir si se siguiera un método corriente de reflexión. En consecuencia las fábulas se han venido utilizando, y de manera especial, por los sufíes para presentarnos una imagen de la vida más en armonía con sus propias ideas si se valieran de menos ejercicios intelectuales.
Voy a explicar una fábula sufí que trata de la situación humana, aunque resumiéndola y adaptándola a los tiempos actuales. Las simples fábulas "para divertirse" son consideradas por los autores sufíes como una forma de arte degenerada e inferior.
Hace mucho tiempo existió cierta tierra lejana, habitada por una comunidad perfecta. Sus componentes no sentían temores como los que nosostros padecemos. Y en vez de incertidumbres y titubeos obraban con propósitos bien definidos y tenían una manera perfectamente clara de expresarse. No sufrían las violencias y tensiones que la humanidad actual considera esenciales para su progreso; pero sus vidas eran más completas porque otros elementos de calidad superior sustituían a aquéllos. Su modo de vivir era pues algo distinto al nuestro. E incluso podríamos afirmar que nuestras percepciones actuales no son más que un reflejo tosco y lejano de las que poseía dicha comunidad.
Aquellas gentes vivían existencias reales, no semi-existencias.
Vamos a llamarlas el pueblo de El Ar.
Su jefe había podido averiguar que el país se haría inabitable por un período de veinte mil años, y por dicha causa planeó su abandono aunque advirtiendo a sus descendientes podrían volver al mismo, luego de haber sufrido numerosas y difíciles pruebas.
Había encontrado como lugar de refugio una isla de características parecidas a la de su patria de origen; pero a causa de la diferencia de clima y situación, los inmigrantes deberían sufrir ciertas transformaciones, que les permitieran adaptarse, física y mentalmente, a las circunstancias. Por ejemplo, las percepciones de carácter sutil fueron sustituídas por otras más toscas, como cuando la mano del labriego se encallece a consecuencia de la dura tarea que realiza.
Con el fin de atenuar el dolor que pudiera producirles toda comparación entre su antiguo y su actual estado, les fue concedido olvidar el pasado casi por completo, no quedando de él más que una tenue reminiscencia capaz de reactivarse cuando llegara el momento.
Dicho sistema resultaba complejo pero estaba perfectamente concebido. Los órganos que permitieron a aquellas gentes sobrevivir en la isla tuvieron también la facultad de proporcionarles el goce físico y mental. Y los encargados de realizar una misión constructiva quedaron en una situaci¢n de espera, como el etéreo recuerdo del pasado, para ser reactivados a su debido tiempo.
Los imigrantes fueron adaptándose lenta y penosamente a sus nuevas condiciones de vida. Los recuerdos de la isla eran tales que, dados un esfuerzo común y ciertas formas de dirección y guía, permitirían la vuelta a la tierra de origen, después de haber pasado por otra isla, que actuaría como etapa intermedia y sería la primera en una sucesión de islas donde tendría lugar una aclimatación gradual.
continua en la segunda parte
Johny9022 - Carlos de la G |