EL JUICIO EN EL TRABAJO
Una de las observaciones más profundas de los Evangelios es el dicho de Cristo: "No juzguéis, para que no seáis juzgados" (Mateo, VII, 1). Cristo dice esas palabras en su discurso acerca del significado de llegar a ser más consciente. Ahora bien, supongamos que su cuerpo-Tiempo está lleno de juicios. Supongamos que usted está en el Trabajo con otras personas y al cabo de un tiempo descubre que sus juicios sobre ellas son completamente falsos. Hoy en día se habla mucho acerca de nuestros cuerpos-Tiempo, y deseo formularles esta pregunta: "¿Creen ustedes que su cuerpo-Tiempo está lleno de juicios?" Me parece que la mayoría son juicios negativos. Así verán que tienen un cuerpo-Tiempo muy intolerante y por lo tanto son muy quisquillosos y difíciles. Una de las razones por la cual su cuerpo-Tiempo es tan susceptible y difícil se debe a que han juzgado a los otros y lo han hecho con demasiada libertad, pensando que tienen el mismo derecho a juzgar a los otros según su mezquino punto de vista —diría, según sus diminutas pautas de juicio—. Ahora bien, es sabido que el Trabajo enseña que cuando se juzga a otra persona es preciso descubrir primero qué es lo que anda mal en uno mismo. ¿Acaso hay algo más paralizante para nuestro común juicio auto¬mático que descubrir según la enseñanza de Trabajo que cuando juzgamos a alguien proyectamos lo que no vemos en nosotros mismos en la otra persona? Las gentes proyectan una psicología no aceptada en los otros. Digamos que un hombre es un embustero: no ve al embustero en sí mismo sino que piensa que los otros son embusteros y los maldice y los insulta con mucha pasión, pero está proyectando su propia psicología. No puede ver que es mentiroso. Algunas personas proyectan toda su psicología a los otros, a la política, etc. Basta escuchar sus frases; tendemos a proyectar nuestra no aceptada psicología a los otros. ¿Por qué ocurre esto? Porque en la vida ordinaria no se poseen los medios que nos permitan ver cómo somos interiormente. No queremos aceptar que somos embusteros y así proyectamos nuestros embustes a los otros y los acusamos de ser embusteros. Y sobre esta base juzgamos a los demás. Juzgamos a los demás porque creemos que rebozan culpas y no pensamos que las cosas que juzgamos en ellos están en nosotros mismos. Me gustaría preguntarles, si han estado algún tiempo en el Trabajo y han empezado a observarse a sí mismos y descubren que no se asemejan a la persona que imaginaban ser, ¿no es fácil acaso juzgar a los otros de la manera en que lo hacen? Por lo tanto esta profunda observación de Cristo: "No juzguéis", está respaldada por una enorme hondura. No me gustaría padecer otra vez mi cuerpo-Tiempo con todos sus juicios equivocados a menos de ser mucho más consciente de mi mismo y descubrir que he juzgado a la gente equivocadamente. Se puede modificar el cuerpo-Tiempo en cualquier lugar por medio de la conciencia. ¿Acaso no saben que ver algo que siempre se atribuyó a los otros, ver que las faltas están en uno mismo, significa un acrecentamiento de conciencia? Llegando a ser consciente en el sentido del Trabajo se puede cambiar nuestro cuerpo-Tiempo. Cada acto de conciencia no sólo modifica el futuro sino también el pasado. El cuerpo-Tiempo entero es una cosa viviente, sensible a lo que estamos haciendo ahora.