Hola amig@s: Hemos concluido el tema número 1. Resta que cada uno compare su Trabajo con el razonamiento activo que hizo el Dr. Nicoll. Quizá encuentren coincidencias, lo importante es enriquecer lo que encontramos en nosotros con respecto del pasaje del Evangelio. En el apartado de "Debate y Discusión del Tema No. 1" pueden publicar sus conclusiones, dudas y preguntas.
Saludos.
Los Evangelios constituyen un ejemplo de las influencias B. Las personas hacen algunas veces una pregunta de la siguiente naturaleza: "¿Por qué", dicen, "son los Evangelios un ejemplo de las influencias B? ¿De seguro Cristo era un hombre consciente? ¿Por qué entonces los Evangelios no son un ejemplo de las influencias C?" Es preciso recordar que los Evangelios aparecieron mucho tiempo después de la muerte de Cristo, de cincuenta a cien años después. No se tiene certeza alguna con respecto a quiénes fueron sus autores. Es incorrecto suponer que son meros testimonios escritos en el momento mismo por testigos presenciales. Lucas, por ejemplo, nunca oyó a Cristo. Era un discípulo de Pablo, quien desde luego nunca había oído a Cristo, y se había querellado con la escuela en Jerusalén y, al parecer, obtuvo su enseñanza en una escuela cercana a Damasco. Pero es innecesario investigar cuestiones históricas. Basta leer los Evangelios para darse cuenta de que Cristo enseñó a sus discípulos a solas y únicamente transmitió una pequeña parte de su enseñanza al público, y casi siempre en la forma de parábolas.
El reino de Dios es el círculo de la humanidad consciente. Significa el círculo de aquellos que han evolucionado más allá de la violencia, de aquellos cuyo conocimiento es práctico, que lo que conocen lo quieren, y así lo hacen; de aquellos que se comprenden unos a otros porque hablan un lenguaje común (y recordemos que nosotros, en este trabajo, estamos aprendiendo un lenguaje común). Todos conocen y sienten que debe de haber algún lugar, alguna sociedad, algunos seres que viven sin hacerse violencia mutuamente, sin criticarse, sin antagonismo u odio. Citaré, sobre este particular, un pasaje de la literatura esotérica mahometana. Un discípulo fue a ver a Mahoma para que lo instruyera. Mahoma dijo: "¿Cuál es la sustancia de tu fe y la realidad de tu comprensión de ella?" El discípulo dijo: "He visto el Infierno y el Cielo tres veces en una visión. En el Infierno todos estaban atacando a su prójimo. En el Cielo se visitaban los unos a los otros." Mahoma dijo: "Has visto la verdad."
Ya he dicho bastante en este comentario para mostrarles cuál es el significado supremo de este trabajo. Quienquiera que lo desee puede leer y sacar sus propias conclusiones sobre las parábolas de los Evangelios relativas al Reino de los Cielos, es decir, el círculo de la humanidad consciente. Estas parábolas son muy extraordinarias cuando se piensa en ellas a la luz del trabajo. Porque el trabajo es necesario para comprender los fragmentos de enseñanza dados en los Evangelios. Entonces cabe la posibilidad de comprender por qué se dice, en este sistema, que lo que buscamos por encima de todas las cosas es la Luz, y la Luz significa conciencia. Buscamos vivir más conscientemente y llegar a ser más conscientes. Vivimos en la oscuridad debido a la falta de luz —la luz de la conciencia— y buscamos en este trabajo la luz sobre nosotros mismos. Todo lo que en este sistema se refiere al trabajo sobre sí, acerca del recuerdo de sí, acerca de la lucha con las emociones negativas, acerca de la consideración interior, acerca de la justificación de sí, y así sucesivamente, tiene como suprema meta hacer al hombre más consciente, dejar que la luz se haga en él. Y esta luz es una cosa muy extraña. Es ante todo tener más conciencia de sí y luego más conciencia de los otros. Esta es una extraña experiencia. Quiero decir con ello que la dirección a que le conduce el trabajo lo lleva a través de una conciencia siempre creciente, de una luz siempre creciente, no es en absoluto la dirección que podría imaginar una persona dormida, una persona que sólo conoce la conciencia ordinaria, es decir, los dos primeros estados de conciencia en los cuales vive la humanidad. Llegar a ser más consciente de sí es una extraña experiencia. Llegar a ser consciente de los otros es una experiencia igualmente extraña y aun más extraña. La vida que se caracteriza por sus pasiones y celos, su mezquindad, sus antipatías y odios, se hace por completo ridícula. De hecho, se pregunta qué diablos estuvo haciendo toda su vida. ¿Estaba loco? Sí, exactamente. En el profundo sueño en que vivimos, a la luz del Reino de los Cielos, estamos todos completamente locos y no sabemos qué estamos haciendo. El trabajo empieza por enseñarle qué hacer. Despertar es el objeto de este trabajo. Y para el hombre que despierta aun a una sola cosa que el trabajo le enseña significa que ya no es más el mismo hombre. De este modo el trabajo nos cambia. Pero el trabajo no puede cambiar a nadie a menos que sienta su profunda significación. Al comienzo sólo experimentará su significado a través de otra persona, pero llegará el día en que lo sentirá a través de usted mismo. Y entonces cada detalle del trabajo cobra vida porque lo ve como un libro de instrucciones, como un plan, como un mapa, como una brújula, que debe ser seguido si quiere despertar a otra vida y a otra manera de vivir en esta tierra. Basta que siga sencillamente esta sola instrucción: No se identifique. Siga esta instrucción. Sígala hasta el fin y vea qué sucede y qué cambios tienen lugar en usted y qué luz empieza a llegarle. Pero si este trabajo no tiene significado alguno para usted y si el significado de la vida es siempre mucho mayor y mucho más real para usted que el significado del trabajo, entonces nunca podrá ocurrirle cambio alguno y sólo conocerá las emociones de la vida y se quedará en el círculo de la vida mecánica, en el círculo de la confusión, la lucha, las querellas, los desengaños, las quejas y la guerra. |