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De: Ceciliak59 (Mensaje original) |
Enviado: 08/09/2010 20:58 |
En este panel irá colgando sus reportes el Cartógrafo de la Carabela el Falso Yo |
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10 de septiembre. A cinco días de la zarpa.
Primera gran hazaña: nos embarcamos. A cinco días de haber zarpado reunidos en cubierta compartimos nuestro sentir. Los pies desnudos, aún llenos de tierra volteamos a ver la costa que se percibe claramente, como una línea bien definida. Ése es el mundo que conocemos. Pero no hay nostalgia al dirigir nuestra mirada hacia él. Nos ha dejado un sabor a insatisfacción y dudas. Allá, para todos se confunde lo real con lo imaginario y la secuencia de eventos y emociones es automática. Así es que, en una gran bocanada, llenamos nuestros pulmones de un nuevo aire con sabor a sal, aire de mar. Y entonces nuestro rostro no es uno, puede percibirse temor, confusión, entusiasmo, pasión. Pero todos los marineros dirigen sus expectativas hacia ese profundo mar azul que nos aguarda. Se antoja tan amplio, tan misterioso. Nadie cree que será fácil, que esta embarcación navegará suave y dulcemente; cada uno sabe que el esfuerzo va de por medio antes de llegar a cualquiera que sea nuestro destino. Algunos se tienen de pie y se percibe que el oleaje que mece nuestro barco no les es totalmente desconocido, Otros más nos tambaleamos, mirando confundidos los instrumentos de navegación. Pero bajo este cielo despejado, con la suave brisa que se estampa en nuestros rostros nos une la confianza en esos lobos de mar, que han realizado sendas travesías precediéndonos y que nos orientarán en este maravilloso viaje que comienza.
isa
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21 de septiembre. Dieciséis días de viaje.
Arrancar a tenido un cierto grado de dificultad para la mayoría. No falta el optimismo y las visiones alentadoras, pero en cuanto el oleaje nos balancea con un poco más de fuerza, nos miramos unos a otros con una pregunta sin destinatario: "¿lo estoy haciendo bien?" No podríamos decir que hemos formado un equipo eficiente. La amable cortesía no ha desbordado en efectiva solidaridad, o apoyo. Se perciben rostros un tanto adormilados. Sin embargo, nos hemos reunido en cubierta y a los más la salada sensación marina en los labios comienza a darnos un sabor de vida casi imperceptiblemente distinto.
Saludos
isa cartógrafa. |
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6 de octubre. Día trigésimo primero de viaje.
El sol en lo alto. la mar en calma. No percibo movimiento, salvo un suave vaivén al que la mayoría nos hemos habituado un poco.
Hora de rememorar los sonidos de esta última tarea. Comenzó con un campanazo del Timonel, todos a cubierta, formaditos y en firmes... aunque no faltó quien siguiera bostezando. Esta parte de la travesía traía mares agitados para todos sin embargo, se escucharon sonoros ronquidos y no faltó quien en lugar de trabajar se sentara a jugar matatenas. Nos persigue un grupo de tiburones que no se nos despegan, dejan su estela y de vez en vez asoman la cabeza y en un aterrador chasquido nos recuerdan el destino de los holgazanes. Sin embargo a cual más va observando en sí diferentes pequeños efectos del viaje. Hubo rostros de sorpresa, lucha interna, rostros inmutables... Otro mar nos aguarda pero a algunos este estrecho no logró exprimirnos suficiente peso extra.
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17 de octubre. Seis semanas de viaje.
Tal vez el oleaje que estuvo más agitado, o los chasquidos de los tiburones que nos persiguen, o la propia convicción de donde nos encontramos, pero esta carabela vió a la mayor parte de sus marineros en plena y concienzuda labor, sacándole brillo a la cubierta, moviéndose con diligencia. A mi parecer engañados en el juego de "hacer bien las cosas". Días y noches cumpliendo afanosamente aunque no se en qué medida Trabajando. Sea como sea esto proporciona a la travesía un sentir de seriedad entre la mayor parte de los marineros. No faltó, sin embargo quien extendiera su camastro, sacara su coquito con ginebra y en un rincón olvidado de la embarcación se echara plácidamente a contemplar el paisaje marino. No nos pasó desapercibido y hay molestia entre quienes tanto se afanan, pues quien se detiene nos atrasa. Volteamos al mástil y encontramos allí un divertido marinero que se columpiaba con la misma cuerda con la que supuestamente tenía que trabajar y además estaba francamente convencido que este en este emocionante viaje estaba cumpliendo su misión. Los que estamos trabajando, obnubilados por momentos con nuestros engañosos yoes falsos, tenemos momentos de lucidez, regalos de esta travesía en la que como compañeros de viaje nos compactamos. Se respira esfuerzo y seriedad... junto con la distracción de quienes vinieron de vacaciones y no se enteran de lo que sucede.
isa-cartógrafa
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7 de noviembre. Semana nona de viaje.
Un, dos, tres, cuatro; un, dos, tres, cuatro. Los pasos de los oficiales de la marina resuenan sobre la cubierta. En esta carabela hay quienes están trabajando con seriedad. Tal vez demasiado preocupados. El estilo terrestre nos persigue, nos constriñe en camisas de fuerza muy bien formadas con la mecanicidad. El esmero constante mantiene los pisos lustrosos, tal vez demasiado, con riesgo a un resbalón. Otros marineros se quedaron viendo el horizonte, escuchando las voces que los aclaman de vuelta al "seguro" mundo conocido. Los que resultaron muy satisfechos fueron los escualos. Pero ésto en la tripulación sólo a motivado a recordar el deseo que nos tiene a bordo y enfilarnos con decisión a las nuevas aguas que nos aguardan
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Estimados amigos de la Comunidad Principal, me es muy grato compartir con ustedes este pequeño reporte acerca del Trabajo realizado en la Carabela El Falso Yo durante la travesía por el Estrecho de Ormuz.
Lamentamos mucho el abandono de este hermoso viaje por parte de algunos de nuestros compañeros, entre ellos la persona encargada de enviar este reporte a la Comunidad General y como a mí como Maquinista de la Carabela, mi función es velar porque todo se haga bien, pues me tomo la libertad, con el permiso de nuestra Timonel, de colaborar reemplazando por el momento a dicha persona.
En general el trabajo ha sido realizado muy juiciosamente por todos, en la medida de sus posibilidades, pues es bien sabido que en esto del Trabajo somos todos novatos y nos encontramos transitando por un terreno completamente desconocido en el cual ignoramos completamente con que nos vamos a encontrar.
Solo nos queda realizar nuestras tareas de la manera más impecable posible y tratar de darnos cuenta que lo primero en observar son nuestras limitaciones, nuestro sueño, nuestra pereza, nuestra resistencia a realizar algo para lo cual no sabemos cual será el resultado.
Muchas felicidades para todos nuestros compañeros en las otras Carabelas y nuestro deseo sincero de que todos, sin excepción, tengan algún día la posibilidad de participar de algo tan valioso.
Manuelucho.
Maquinsita. |
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Fin de la sexta tarea.
El viento sopló y llenó las velas Podia escucharse el chasquido de las olas estrellándose sobre nuestra embarcación que avanzó, adentrándose en el estrecho que nos correspondió navegar. El sol se levantaba sobre los marinos trabajando y se retiraba dejándonos en la labor marina. Muchos afanes como monstruos marinos asaltan a unos y a otros alternadamente. Sin embargo, un fraternal compañerismo nacido de compartir deseo y tarea nos hizo vivir con mucha cercanía los esfuerzos cotidianos. Se respira un espíritu de entusiasmo y seriedad en el propósito del viaje que nos reúne.
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Fin de la séptima tarea.
La cubierta permaneció silente durante varios días, no fuimos convocados y cada quién entró a sus labores en un estado único, el propio. Alternadamente, pasamos la mirada por encima de la borda y el mar nos reflejó variadas imágenes. Asomaron monstruos marinos y amenazaron con sus fauces, venían de aguas profundas y la mayor parte de la tripulación se vió conmovida. Cada quien se aplica a sus tareas de la misma forma que trabaja en tierra y por instantes, el oleaje nos permite tocar lugares desconocidos. Hubo quien se sentó en su camarote y sólo escuchó el golpeteo del agua en el casco. Hubo quien se lanzó a dejar que el mar le revolcara. La camaradería se manifestó sin palabras y al saber que compartimos una misma embarcación. Se siente un firme propósito es adentrarse en los mares que nos aguardan.
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Fin de la octava tarea. La barca surca un mar apacible, silenciosa. Los marineros sumerjen los pies en sus propios mares, permitiendo a la calma llegar. Se mantiene el esfuerzo por verse, por sentirse, con o sin éxito, con menos ansiedad. Nadie corre, nadie se afana. Las labores marinas se desempeñan y seguimos los pocos. Nos reunimos en cubierta, silenciosos, con una ausencia que no nos sorprende. Cada quién está vuelto sobre sí mismo. Cruzamos miradas dubitativas. Inevitablemente creemos y trabajamos sintiendo que hay un puerto a donde tendríamos que llegar, pero sólo se extiende el mar azul y profundo que no da respuestas, que simplemente está allí, ofreciendo por instantes luces y sombras, monstruos y oleaje pero sin mandar a nadie totalmente a la profundidad. |
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