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Hace ya unos cuatro años y medio atrás, en la Comunidad existía una mujer tan ordinaria como la más ordinaria mujer..., pero como mi madre me enseñó desde muy niño a saber distinguir el color, sabor y consistencia del oro auténtico, de la pirita u oro falso de los tontos... Y dentro de esa ordinariedad tan aparente de esa mujer, pude distinguir esos Potenciales que siempre mi Alma anda en búsqueda de ellos... Y como lo estipúla la Ley, cuando encuentro un ser con posibilidades y potenciales esenciales aún vigentes, sabiendo de su rareza, de inmediato intento probar si es real mi apreciación...
Y sin protocolo alguno, de inmediato le pedí ejecutar una cierta Tarea, sabiendo que esa Tarea cumplía con los cánones del Trabajo: "En apariencia parece fácil, pero en su ejecución y manifestación se torna casí imposible". Y esa chica la cumplió a la perfección...
Recuerdo aún cómo temblaba mi Alma por esa Tarea que le pedí ejecutar, sabiendo que esa mujer entraría necesariamente dentro de lo más profundo de su propio ser para poder salir avante con mi pedido... tan estrafalario... No le di explicación alguna, no la ayudé de ninguna manera, ni siquiera oré por ella, porque mi corazón estaba seguro que ella no podía defraudar mi total confianza en sus potenciales esenciales...
¡¡¡ Y NO ME EQUIVOQUÉ !!!
He aquí su relato, donde sintetiza vivencias muy profundas como dolorosas, y esa plenitud que recibe desde Arriba cuando pagó el gran precio solicitado...
Ahora esa chica ya no es aquella mujer de años atrás, ella es ahora la Mayordoma o Representante del Trabajo allá por Catalúña y pueblos cincunvecinos..., y vaya que aprendió de aquella Tarea descomunal que le puse, porque ahora es ella la que les impone Tareas a aquellos buscadores que confian en ella... Es como ver transformarse a un ratoncito común en una activa Ardilla con total ímpetuo para conocer a su Padre Tata Dios...
Gracias por aguantar todas esas barbaridades y exentricidades de este Norteño Mexicano mi Amada Cecilia, y te felicito por no permitirte suicidar ni morir ante tales demandas inmisericordes de mi parte...; mujeres como lo eres tú me alegran inmensamente mi vida y mi Trabajo...
Carlos de la Garza P.
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UNA EXPERIENCIA ÚNICA
Mar 29, '07
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Queridos Compañeros: Hace unos días le envié a Don Carlos un regalo que le hacía ilusión y como no podía ser de otra forma, él me retribuyó como siempre lo hace, a manos llenas y me envió un tesoro, una práctica concreta, precisa y muy poderosa. Una práctica que me obligó a sobreponerme a mis miedos para poder ponerme a intentarla, bueno, siendo sincera si pude sobreponerme a mis miedos fue gracias a la plena confianza que tengo en Don Carlos, no sé si lo hubiera podido superar si no la hubiera recibido de él.
La práctica me fue guiando hasta plantarme frente a frente con otra Cecilia, con una Cecilia olvidada hace mucho tiempo. Me supuso un gran esfuerzo poder verla, supongo que recibí la ayuda precisa y algo me sostuvo y me alumbró para intentar acercarme a ella poco a poco, con paciencia, con dulzura y por fin la vi, cobró vida delante de mis ojos, me miró y me sonrió, fue una experiencia única, maravillosa, sentí una profunda calma, fue un verdadero reencuentro, sentí que llevaba tiempo esperándome y de algún modo me dijo, “ya era hora”. Teníamos mucho de qué hablar, sólo estando allí. Fue muy generosa conmigo, me mostró momentos de felicidad, momentos de mi vida en que estuve viva, me mostró cómo se comportaría ella en mi lugar, me mostró cómo llegar a ser yo misma, como volver a ser yo misma. Cuando llegó el momento de unirnos me sentí, ay no encuentro palabras, plena, con una profunda confianza en ella, sentí que la sed de tantos años, se saciaba con agua fresca, esa fue la sensación que tuve.
Esa nueva Cecilia ha recobrado la vida y ahora la siento presente en mí. Todo es muy nuevo, siento que empieza una nueva etapa, que tengo una posibilidad, porque estoy viva. Y el trabajo continúa. Bendito trabajo. Nunca había experimentado nada semejante. La Cecilia ordinaria, la de siempre, está allí, continúa, pero ya no tiene la fuerza que tenía, sin embargo el hábito la empuja, está acostumbrada a reaccionar de forma automática, tiene mucha experiencia en eso, y he de estar alerta para frenarla, supongo que le llevará su tiempo aceptar la nueva situación, cuando veo la resistencia que opone recurro a mi cuerpo, está en la situación en que está, en la posición en que está recurro a él, lo recorro con la atención del mismo modo que lo hago durante la práctica de la relajación, siento sus tensiones y cómo se relaja, es como si lo actualizara, y la Cecilia ordinaria pierde fuerza, se hace más pequeña y deja espacio para la otra.
Don Carlos es un gran maestro, nos ha ido dando herramientas muy útiles, aunque nosotros no sepamos muy bien para que nos pueden servir, él sé que sabe que las necesitaremos y ahí las tendremos. Se nos pide tan poco a cambio. He sentido que es como cuando nuestros padres, o nosotros mismos como padres, preparamos la mochila porque nuestro hijo se va de excursión, él ni se entera de lo que le estamos dando, pero llegado el momento encontrará allí todo lo que necesite, pero la mochila no tiene patas, ha de hacer el esfuerzo de hacerse con ella y llevarla consigo y como nosotros le amamos y conocemos sus capacidades, no le pondremos más peso del que pueda llevar.
Así siento que es, aquellos que ya han salido de excursión preparan las mochilas de aquellos que nunca hemos ido y si nos esforzamos un poco y con ayuda del Señor, también nosotros, algún día podremos ayudar a otros, prepararles la mochila y así retribuir lo que nos ha sido dado.
Qué cosas tiene la vida, ahora entiendo porqué dicen que el Barca es más que un club, yo que creía que lo único que me podía dar el fútbol era la oportunidad de contemplar buenas piernas, va y resulta que una simple camiseta me abre las puertas del cielo. Tiene narices la cosa.
Mis queridos compañeros, les quiero mucho, Dios les bendiga a todos, y a Don Carlos, que le puedo decir, no tengo palabras, nada de lo que pueda decir es capaz de expresar lo que siento por él.
Todo mi amor.
Muchas Gracias.
Cecilia