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17 DE FEBRERO. 1924 Trabajar sobre uno mismo no es tan difícil como querer trabajar, como tomar la decisión. Esto es así porque nuestros centros tienen que ponerse de acuerdo entre sí, al darse cuenta de que si han de hacer algo juntos tienen que someterse a un amo común. Pero les es difícil ponerse de acuerdo, porque una vez que haya un amo ya no será posible para ninguno de ellos manejar a los otros y hacer lo que le guste. No hay un amo en el hombre ordinario. Y si no hay amo, no hay alma. Un alma: esta es la meta de todas las religiones, de todas las escuelas. Es sólo una meta, una posibilidad; no es un hecho. El hombre ordinario no tiene alma ni voluntad. Lo que usualmente se llama voluntad es simplemente la resultante de deseos. Si un hombre tiene un deseo y al mismo tiempo surge un deseo contrario, esto es, una resistencia de mayor fuerza que el primero, el segundo detendrá al primero y lo extinguirá. Esto es lo que en lenguaje ordinario se llama voluntad. Un niño nunca nace con alma. Un alma sólo puede ser adquirida en el curso de la vida. Aun así es un gran lujo y sólo para unos pocos. La mayoría de la gente vive toda su vida sin un amia, sin un amo, y para la vida ordinaria un alma es completamente innecesaria. Pero un alma no puede nacer de la nada. Todo es material y así también lo es el alma, sólo que se compone de materia muy fina. Por consiguiente, para adquirir un alma, es necesario ante todo tener la materia correspondiente. Sin embargo, no tenemos suficientes materiales ni aun para nuestras funciones diarias. En consecuencia, para tener la materia o el capital necesario, debemos empezar a economizar para que quede algo para el día siguiente. Por ejemplo, si estoy acostumbrado a comer una patata al día, puedo comer sólo la mitad y guardar la otra mitad, o puedo ayunar completamente. Y la reserva de substancias que tiene que ser acumulada debe ser grande; de otro modo lo que hay pronto será disipado. Si tenemos unos cristales de sal y los ponemos en un vaso de agua, rápidamente se disolverán. Se puede añadir más, una y otra vez, y continuarán disolviéndose. Pero llega un momento en que la solución se satura. Entonces la sal ya no se disuelve y los cristales permanecen enteros en el fondo. Lo mismo pasa con el organismo humano. Aun si los materiales que se requieren para la formación de un alma siguen produciéndose constantemente en el organismo, son dispersados y disueltos en él. Debe haber un excedente de tales materiales en el organismo; sólo entonces la cristalización es posible.
G.I.G - PERSPECTIVAS DESDE EL MUNDO REAL. PAG.102
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Hay tres fuerzas: la del cuerpo, la de la mente y la del sentimiento. A menos que estén juntas, desarrolladas equitativamente y en armonía, no se puede efectuar una conexión estable con una fuerza superior. Todo en el Trabajo es una preparación para esa conexión. Este es el propósito del Trabajo. La energía superior lo quiere, pero no puede descender al nivel del cuerpo a menos que uno trabaje. Sólo trabajando puede uno cumplir su propósito y participar en la vida del cosmos. Esto es lo que puede dar significado y sentido a su vida. De otro modo, usted existe sólo para sí mismo, egoístamente y su vida no tiene sentido .El esfuerzo y el soltar, ambos son necesarios. Es importante conocer el punto de transición. Es muy sutil. El ego hace el esfuerzo, luego el ego tiene que soltar. Busque siempre el equilibrio. La relación entre la mente -la mente más alta- y el cuerpo es lo más directo sobre lo cual hay que trabajar. Cuando estas dos energías se juntan, entonces algo nuevo nacerá. Hay una energía que trata de evolucionar. Es por esto que penetra en un cuerpo. Si una persona trabaja y ayuda a la evolución de esta energía, al morir, esta energía asciende a un nivel más alto. Si uno no trabaja, la energía regresa a su propio nivel. Pero la vida humana habrá transcurrido en vano. En la enseñanza de Gurdjieff, las ideas, la música y los movimientos se complementan entre sí. Ninguno de ellos está completo, es el todo, sin los otros dos.
Jeanne de Salzmann |
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De: amoluna |
Enviado: 22/10/2011 18:47 |
De nuevo tu mensaje ha caído en un lugar que provoca un cambio en mi actitud hacia el trabajo. Te quiero dar las gracias con una parte que se expresa más allá de las palabras.
Un abrazo,
Amoluna |
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EL TRABAJO SOBRE SÍ MISMO Si existe la posibilidad de que una persona ordinaria llegue a ser consciente y a transformar su ser, esa persona debe trabajar sobre sí misma todos los días. A través de la observación de mí mismo, puedo darme cuenta una y otra vez de que estoy en mi estado mecánico ordinario. ¿Por dónde empezar entonces? Primero tengo que reconocer la necesidad de trabajar sobre mí mismo. Esto es una precondición. Es en sí y por sí mismo un trabajo. Para ver, para darme cuenta realmente de cuan incompleto soy tal como soy ahora, de cómo fluctúo de una dirección a otra, es imprescindible reconocer que necesito trabajar sobre mí mismo. Esta condición tan importante para comenzar mi trabajo requiere seriedad, honestidad y un intenso anhelo. Al entrar en contacto con una meta verdadera, tomo el compromiso de trabajar para alcanzarla. No me permito excusas. Se requiere voluntad y decisión para cruzar el intervalo cuando me veo confrontado con "No tengo ganas de trabajar ahora". Tener ganas no es suficiente. A menos que yo me mueva, no avanzará el proceso hacia lo superior. El nivel se mantendrá igual o descenderá. Mi propio trabajo comienza con el ejercicio de la mañana. Es en ese ejercicio que uno toma su compromiso de trabajar sobre sí mismo ahora. Haga que ese sea su leit motiv durante el día. Mientras se va moviendo en la vida, aprenda a usar los instrumentos apropiados para su estado de ánimo y/o para su estado exterior. Hay muchos a su disposición. Hay ejercicios que pueden usarse para despertar su compromiso, su determinación, su meta. Si esos instrumentos no están conectados a ellos, serán de muy poca utilidad. Por ejemplo, usted puede tratar de tomar fotografías mentales de sí mismo mientras se observa. Estas fotografías son observaciones que captan la totalidad de usted. No sólo detalles, no sólo posturas o actitudes tísicas, sino también el tono de voz, las sensaciones, los estados de ánimo, las emociones y los pensamientos. Otro ejercicio consiste en hacer una cita con usted mismo para hacerse consciente de sí mismo de manera completa y silenciosa, sentir su cuerpo, recordarse a sí mismo, digamos a las diez y media de la mañana y a las cuatro y treinta en la tarde. Usted hasta puede escuchar el sonido de su voz. ¿De dónde viene ella? ¿De su cabeza, de su garganta o de su ser más interior? ¿Qué efectos tiene ella en quien escucha? Estos son como relojes despertadores, diseñados para ayudarle a recordarse a sí mismo, a estar consciente de su ser y a ponerse en contacto con el Trabajo. Ellos le enseñarán a establecer "la pausa", el espacio, el vacío que puede permitirle pensar por un momento y tratar de actuar cuando normalmente usted sólo podría reaccionar. Otros ejercicios que nos han sido dados para practicar durante la semana van desde sentir la taza de café en mi mano hasta ser consciente de la irritación, de la negatividad, de la impaciencia o de la rabia. Hacer este tipo de ejercicios como una manera de tratar de "vivir el Trabajo" requiere atención y un tipo especial de energía. Me propongo como meta estar presente en mis manos, sosteniendo el volante de mi automóvil. En otras ocasiones puedo tratar de eliminar mi soñar despierto entre un semáforo y el siguiente. El día le proporciona a uno incontables oportunidades para realizar un trabajo físico, psicológico e intelectual sobre sí mismo.
JOHN FUCHS |
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