MAURICIO NICOLL Cristianismo Esoterico II. EL MILAGRO EN EL ESTANQUE DE BETHESDA Este milagro se relata únicamente en el Evangelio de Juan. El lenguaje de este Evangelio posee un carácter emocional. Es un Evangelio sumamente extraño. Es un error el suponer que podemos entenderlo con leerlo una o dos veces. Nadie sabe a ciencia cierta quién es su autor,ni cuándo fue escrito. El retrato de Jesucristo que ofrece este Evangelio es muy diferente del que dan los tres anteriores, los denominados sinópticos. A éstos se les llama sinópticos no porque fueran escritos por testigos presenciales ya que Lucas y Marcos jamás vieron a Cristo; sino porque, en cierto y vago modo, las narraciones históricas ven los hechos "ojo a ojo". Pero al llegar al Evangelio de Juan se hace obvio que su autor no hizo el menor esfuerzo por relatar el ministerio de Cristo en la Tierra como si fuese una narración histórica progresiva. ¿Quién fue este Juan cuyo nombre se ha unido a este Evangelio? ¿Cuándo se publicó? Nadie puede dar una respuesta cierta a estas preguntas. ¿Fue verdaderamente el autor de este Evangelio aquel discípulo Juan que apoyó su cabeza en el regazo de Jesús, el discípulo a quien Jesús amaba? Nuevamente nos hallamos con que es imposible dar una respuesta. Todo el lenguaje de este Evangelio es extraño y en cierto sentido la figura de Jesucristo aparece bajo una extraña luz. También son extraños los contados milagros que en él se relatan, comenzando por la transformación del agua en vino, que no figura en ninguno de los otros Evangelios. En el de Juan, los milagros se relatan con curiosa minuciosidad en el detalle. Entre otras cosas, se caracteriza por el uso del lenguaje numérico, o la numerología. Comencemos tomando la larga exposición del milagro realizado por Jesús en el estanque de Bethesda. Este milagro, se cita en el Evangelio por Juan, es el tercero que refiere. Le precede el de la transformación del agua en vino y la curación del hijo de un noble de Capernaum."Después de estas cosas, era un día de fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. Y hayen Jerusalén a la puerta del ganado un estanque, que en hebraico es llamado Bethesda, el cual tiene cinco portales. En éstos yacía multitud de enfermos, ciegos, cojos, secos, que estaban esperando el movimiento del agua. Porque un ángel descendía a cierto tiempo al estanque y revolvía el agua; y el que primero descendía en el estanque después del movimiento del agua, era sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y estaba allí un hombre que había treinta y ocho años que se hallaba enfermo. Como Jesús vio a éste echado y entendió que ya había mucho tiempo, dícele: «¿Quieres ser sano?» «Señor, le respondió el enfermo, no tengo hombre que me meta en el estanque cuando el agua fuera revuelta; porque entre tanto que yo vengo, otro antes de mí ha descendido.» Dicele Jesús: «.Levántate, toma tu lecho, y anda». Y luego, aquel hombre fue sano, y tomó su lecho, {bease. Y era sábado aquel día. Entonces los judíos decían a aquel que había sido sanado: «Sábado es, no te es lícito llevar tu lecho». Respondióles: «El que me sanó, él mismo me dijo: toma tu lecho y anda».Preguntáronle entonces: «¿Quién es el que te dijo toma tu lecho y anda?» Y el que había sido sanado no sabía quién fuese; porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar. Después le halló Jesús en el templo y díjole: «He aquí que has sido sanado; no peques más porque no te venga alguna cosa peor». El se fue y dio aviso a los judíos, que Jesús era el que le había sanado. Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en sábado. Y Jesús les respondió: «Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro». Entonces, por tanto, más procuraban los judíos matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que también a su padre llamaba Dios, haciéndole igual a Dios." (Juan V, 1-18.) Este milagro está dividido en dos partes. La primera trata acerca del milagro propiamente, y la segunda acerca de la reacción de los judíos ante el milagro. Pero la primera parte nuevamente está dividida en dos. Jesús dice al hombre; "¿Quieres ser sano?" Luego le dice: "Levántate, toma tu lecho, y anda". Ahora, estudiemos las diversas cosas dichas antes que el milagro ocurriera, pues podemos tener la seguridad de que, con relación al antiguo lenguaje de las parábolas, todo cuanto se dice en este episodio tiene un significado particular. Hay una multitud que yace enferma en cierto lugar que se llama "la puerta del ganado" y tiene cinco portales. En estos cinco portales hay una multitud de ciegos, cojos, secos, etc., que representan estados psicológicos. Ahora bien;en los milagros que registra el Evangelio de Juan, el número cinco ocurre nuevamente con relación a la mujer de Samaría, aquella que tenía cinco maridos y a quien Cristo habló al lado del pozo de agua. Le dijo que había tenido cinco maridos y que el actual no era el verdadero; luego le habló del "agua viva", o sea de la Verdad viviente que, según dijo Cristo, si alguien bebiera de ella jamás volvería a sufrir sed. Y ella le dijo: "Señor, dame de esta agua para. que no tenga sed ni venga acá a sacarla" (Juan xiv, 15). Cuando recibimos una enseñanza que no está destinada al mundo exterior, o sea una enseñanza que no es de los cinco sentidos y que nos subyuga al mundo exterior, al mundo sensorial, es sumamente difícil de admitirse. Y aun si la aceptamos, continuamos viviendo muy allegados a los sentidos, los que no podemos evitar de tomar por la realidad. Por ejemplo, los sentidos nos dan tiempo y espacio, pensamos en términos de tiempo y de espacio y no podemos ir más allá de este pensamiento sensorio. Nuestro intelecto más profundo yace mucho más allá de todo tiempo y espacio. Pero, por así decirlo, nuestro entendimiento ordinario está formado en términos de tiempo y en términos de espacio, y no sabemos cómo pensar de una nueva manera, no sabemos cómo hacerlo fuera de las categorías sensorias. Aun cuando admitimos la idea de la eternidad, en la que no hay ni tiempo ni espacio, no podemos captar su significado eterno porque no nos es posible pensaren términos de una realidad sin tiempo y espacio. Estamos tan allegados a los cinco portales de los sentidos, que, a pesar de conocer una nueva enseñanza y aun de ver su Verdad, no podemos alejamos del poder del mundo exterior y de la realidad que acerca de él nos proporcionan los sentidos. Aquí es pues donde yace aquella multitud de los que han entrado por los cinco portales del ganado y que se mantienen cerca de las puertas de los cinco sentidos. Y todos están mutilados, ya no están ni en un mundo ni en el otro. Se hallan enfermos, ciegos, cojos, secos, pues psicológicamente no pueden moverse en un sentido u otro. Sin embargo, sus ojos están fijos en las milagrosas aguas del estanque que a veces un ángel revolvía dándole vida, y que, uno por uno, iban quedando sanos según el poder que tuviesen para entrar en él cuando descendía el ángel. El estanque, o sea las aguas, significa siempre en las parábolas la Verdad del Verbo. Toda esta multitud reunida en tomo a la Verdad del Verbo de Dios no puede entrar debidamente al estanque. Se hallan todos demasiado cerca, demasiado allegados a las realidades de la vida, a las apariencias visibles de las cosas, o sea que están muy próximos al pensamiento que se fundamenta en los sentidos .Nosotros somos como esta multitud que figura en el milagro y que yace cerca de los cinco portales a la espera de algo que convierta su creencia en un significado vivo. Aquí están todos los que han aceptado la Verdad de un orden superior que exige una nueva manera de pensar; han aceptado el Verbo, la Verdad acerca de la evolución interior y del renacimiento, pero no lo pueden realizar. Yacen cerca de la Verdad natural y, sin embargo, miran hacia la Verdad espiritual y se encuentran, por así decirlo, entre dos órdenes de Verdad —la de los sentidos y la del Verbo de Dios—. De modo, pues, que el hombre aparece representado en este milagro como un enfermo en cama. Psicológicamente, el hombre está acostado en sus creencias y en sus opiniones. Se halla acostado en la Verdad que ha recibido, pero no puede andar en ella, osea que no puede vivirla ni hacerla. De modo que Cristo le dice: "Toma tu lecho, y anda".Cristo representa acá el poder que es dable otorgarse al hombre para que ande, viva y haga lo que conoce como Verdad. Jesús ocupa el lugar del ángel que revuelve las aguas de la Verdad, convirtiéndólas en Verdad viviente. En los milagros, Jesús siempre representa el poder del Bien que obra sobre la Verdad dándole vida. El hombre puede darle vida a la Verdad solamente cuando percibe su Bien; si percibe el Bien de la Verdad que le ha sido enseñada actuará espontáneamente y movido por su propio arbitrio. En su intimidad, el hombre es tanto su Verdad como su voluntad. Como Verdad, el hombre obra con lentitud desde la Verdad misma. Pero si percibe el Bien de esta Verdad obrará instantáneamente de lo que percibe como Bien. Pero será renuente para obrar en base a lo que ve únicamente como Verdad. Laintegridad del hombre es su Verdad y su voluntad que pasa al Bien de la Verdad. Esta es larazón por la cual el hombre del milagro del estanque de Bethesda le dice a Jesús cuando éstele pregunta si quiere ser sano (íntegro o quedar integrado) : "Señor, no tengo hombre que memeta en el estanque cuando el agua fuera revuelta; porque entre tanto que yo vengo, otro antesque mi ha descendido". En esta forma describe su enfermedad, aquella que lo hace un enfermo psicológico, lo que le tiene ciego, cojo. Siempre está atrasado, es demasiado lento; siempre llega en segundo lugar, nunca llega primero. El hombre que solamente obra partiendo de la Verdad actúa de lo que es segundo en él, no de lo que es lo primero. Si obra de su voluntad actúa desde lo que en él es primero. Y Jesús, en el milagro, le da el poder de obrar de su voluntad; o sea que le da el poder de levantar el lecho de la Verdad en que está acostado, y andar, y obrar y vivir en ella. Jesús le separa del mundo, le separa del poder de los sentidos y le hace ver en forma viviente la Verdad que le fue enseñada. De este modo el hombre queda curado, queda sano de su enfermedad psicológica. Y esta enfermedad psicológica es la Verdad superior paralizada por la Verdad inferior. Todo esto fue hecho en un sábado, o sea en un día que en el lenguaje de las parábolas significa una jornada completa deseparación del mundo y de sus preocupaciones. la segunda Parte En los Evangelios, las palabras Cristo y Jesús tienen significados diferentes. Pero podemos estar seguros de que cada palabra que se usa en los Evangelios tiene un significado especial, relativo al antiguo lenguaje de las parábolas. Jesús tiene un significado y Cristo posee uno distinto. El nombre Jesucristo se usa sólo dos veces, y en cada caso únicamente en el Evangelio por Juan. Todas las demás veces se utiliza la palabra Jesús, o la palabra Cristo. Ahora bien; Cristo se refiere al aspecto de la Verdad del Verbo de Dios, o sea a la Verdad que puede guiar al hombre a su propia evolución interior. Y el vocablo Jesús siempre se refiere al Bien de la Verdad. El Bien y la Verdad están unidos en el término Jesucristo. Conforme a las palabras de Juan, "la Gracia y la Verdad por Jesucristo fue hecha" (Juan I, 17). El Evangelio de Juan está escrito desde el Bien, o sea la unión o la boda del Bien con la Verdad. Por este motivo, al comienzo mismo del Evangelio de Juan se establece el contraste de la "Gracia y la Verdad de Jesucristo" con la Verdad (la "Ley de Moisés") representada por Juan Bautista. Casi inmediatamente después se citan las bodas de Cana de Galilea con el milagro de la transformación del agua en vino. En la parábola acerca del hombre milagrosamente sanado en el estanque de Bethesda, se dice que Jesús le habló. Significa esto que el Bien del conocimiento que el hombre ya poseía le habló interiormente. Toda enseñanza que corresponde al nivel superior del hombre tiene que ser iniciada con el aspecto de la Verdad antes que pueda comprenderse su Bien. Aquí, Jesús actúa como el Bien de la enseñanza acerca de la evolución propia, algo que el hombre enfermo conocía porque no estaba totalmente entregado a la vida exterior, sino que se había retraído de su poder, de suerte que se encontraba tras los cinco portales de los sentidos y mirando anhelante las milagrosas aguas que podían sanarle. Jesús da a este hombre la voluntad de obrar conforme a lo que ya conoce como Verdad, haciéndole ver el Bien de ello. Y como toda Verdad, para que sea tal, debe encaminar a su propio Bien, y como esto ocurre por etapas, paso a paso hasta que la comprensión de la Verdad conduce al Bien final de sí misma, se dice que Jesús, representando la comprensión del Bien final de la, Verdad, también cura o sana al final o en el séptimo día. Representando el Bien de la enseñanza de Cristo, Jesús sana en el sábado. Los judíos aparecen objetando este hecho; y se les presenta en esta actitud por muchas razones, una de las cuales es que se trata de gente que se sujeta únicamente a la Verdad, sin importarle el Bien a que puede conducirle. Pero este pasaje no se refiere a los judíos como a un pueblo que se aferra literalmente a las leyes mosaicas. Significa que se trata de personas que no pueden ir más allá del conocimiento en sí mismo, y que discuten y argumentan apoyándose únicamente en la Verdad, en las doctrinas y en las teorías, y el Bien por sí mismo no les interesa para nada. El Bien que produce el conocimiento, el Bien de la Verdad, es un estado o condición sumamente difícil de alcanzar. Pero una vez que el hombre lo obtiene, comienza á obrar desde la etapa final de la Verdad, que es la primera etapa del Bien; en esta etapa, el significado y el sentido inferior y la conexión de todo lo que paso a paso se le ha enseñado, se convierte en una realización. Entonces es cuando la Verdad queda transformada en el Bien de sí misma. Aquí el hombre ya deja de pensar en las etapas dela Verdad que le condujeron a este nivel superior del Bien; es ésta una clara percepción interna de todo cuanto es el Bien de lo que ha aprendido. Ahora actuará instantáneamente a través del sentimiento del Bien. No tendrá que consultar ni recordar la Verdad. Si la Verdad, si el conocimiento no conduce a la bondad o al uso de él, que es su socio genuino, ¿para qué estudiar cualquier verdad, cualesquier conocimientos? El saber es algo interminable a menos que conduzca a su propia meta, que es el Bien. Este es la culminación de la Verdad. De tal manera, pues, que Jesús como Bien se localiza en la culminación de la Verdad, se encuentra ahí donde la Verdad pasa a la percepción de su propio Bien y encuentra su verdadera unión. Aquí, como tal, siempre realiza los milagros que transforman la Verdad en Bien, de modo que sana a los enfermos, a los cojos, a los secos, a los ciegos, o sea a quienes se apoyan únicamente en la Verdad y no pueden siquiera comenzar a ver que toda doctrina, toda Verdad, todo conocimiento tiene que conducir al Bien si va a tener algún significado. Seguir el camino del conocimiento por el conocimiento mismo es sencillamente no comprender el significado de la vida y de si mismo, y tampoco el del universo. Pues si se le entiende psicológicamente, el universo es tanto el Bien como la Verdad de las cosas. Cuando el hombre obra del Bien de cualquier cosa que conozca, lo hará directamente de su propia voluntad, de lo que en lo íntimo quiere, porque todos queremos el Bien pero pensamos la Verdad.En el milagro del estanque de Bethesda, el hombre, que únicamente sentía la Verdad de una nseñanza más allá de la vida de este mundo, no podía conseguir que su voluntad o su sentido del Bien obrase primero. Yacía demasiado cerca de lo sensorio, demasiado cerca del significado literal del Verbo de Dios. Pero miraba hacia el sentido de lo milagroso, veía elestanque cuyas aguas las removía un ángel; mas no podía asirlo. Yacía acostado en la Verdad, pero no podía andar erguido en ella. El hombre observó el Bien de todo cuando sólo conocía como Verdad. Después, su voluntad y su deseo pasaron a todo cuanto sabía y así comenzó a vivir su Verdad como el Bien. La Verdad viene primero, porque así tiene que ser. El hombre tiene que aprender primero la Verdad. Pero el Bien de la Verdad es antes que ésta misma,pues toda Verdad únicamente puede venir del Bien. De suerte que la Verdad es en realidad después de su propio Bien. Pero en el tiempo y e! espacio el hombre tiene que aprender todas las cosas al revés; tenemos que aprender la Verdad antes de poder percibir y alcanzar su Bien. El hombre que yacía en la Verdad al borde del estanque de Bethesda había colocado la Verdad primero y seguía haciéndolo, de modo que siempre estaba en segundo lugar, siempre estaba atrasado. Y se hallaba en segundo lugar porque había puesto la Verdad primero. Jesús,como la realización del Bien de la Verdad, le curó. Entonces el hombre puso el Bien primero la Verdad segundo, y fue sanado. Este milagro trata acerca de la profunda cuestión de los primeros, los postreros y su reversión. Y esta reversión hace que el Bien sea lo primero y la Verdad lo segundo. Entonces el hombre queda íntegramente sano por cuanto la integridad de la Verdad estriba en darse plena cuenta de su propio Bien. Más que cualquier otra cosa, este milagro significa que por mucho que el hombre conozca la Verdad, por mucho que sepa, no puede obrar de ella con su voluntad a menos que vea su Bien; y ésta es la única etapa de la Verdad que se llama el sábado en la que el Bien llega primero. De modo que el hombre peca al permanecer en la Verdad únicamente, tomando la Verdad como lo primero. Yerra su meta al tomar la Verdad como si fuese una finalidad en sí misma. Coloca la Verdad antes, pero no la coloca como un mero medio para llegar al Bien. De esta suerte. Jesús le dice: "No peques más". En el griego, esto significa: "No yerres más el blanco". Traducido del griego, pecar quiere decir "errar el blanco". Y en esta parábola o milagro, errar el blanco o "pecar" se refiere al hecho de poner la Verdad primero y no advertir que se trata tan sólo de un medio para llegar a un objetivo, para dar en un blanco el cual es el Bien de la Verdad y la práctica de la Verdad partiendo del Bien hacia el que ella conduce al hombre, y no partiendo de la Verdad misma como mera Verdad, como una mera doctrina o ritual. El hombre que obra únicamente desde la Verdad, desde la doctrina, desde el ritual, es un hombre que peca. O sea que es un hombre que pasa por alto la idea misma de toda enseñanza acerca de la evolución interior,acerca del renacimiento, acerca de la regeneración. Pasa por alto el objetivo mismo de los Evangelios. Consideremos durante un momento a todos aquellos que en la historia han actuado desde la Verdad, pero sin su Bien. Consideremos la historia religiosa y todos sus horrores, sus odios. Y luego pensemos que el verdadero sentido del pecado es errar el blanco. Jesús sanó al hombre enfermo en el estanque de Bethesda (que significa la Casa de la Misericordia). Cuando en el hombre viene primero el Bien, actúa desde la misericordia y de la gracia. Entonces sana íntegramente, queda integrado. Y una vez integrado ya no puede errar el blanco. Cuando Jesús se aleja de él, tras haberle sanado, le dice: "He aquí, has sido sanado; no peques más". Del Libro: El Nuevo Hombre |