Para permitirles una mejor comprensión de lo que sigue, considero indispensable
Repetirles algunas de estas explicaciones.
Entre otras cosas, yo les dije que para un hombre que haya reconocido con su razón lo que vale en realidad -es decir, al reconocer la importancia exagerada que atribuye a su pretendida individualidad, la cual, según su propia apreciación imparcial en estado de calma, no representa sino casi una completa "nulidad"- el trabajo esencial es adquirir la capacidad de consagrar, por cierto tiempo, todas sus posibilidades y todas sus fuerzas a comprobar el mayor número posible de los hechos anormales que se producen durante sus diversos funcionamientos físicos y psíquicos; dicho de otra manera, de practicar lo que se llama "la observación de sí".
Y todo esto es absolutamente indispensable a fin de que el conocimiento de estos hechos indeseables, reconocidos hasta ahora sólo por su mente y aun carentes de sentido para su presencia general, impregne gradualmente su naturaleza y, al cristalizar en él una firme convicción respecto a todo lo que ha aprendido, suscite en su presencia general, de acuerdo con un proceso conforme a las leyes, una energía de gran intensidad, la única que hace posible el trabajo ulterior sobre sí mismo, energía que, entre otras cosas, se manifiesta por un esfuerzo constante a fin de adquirir el poder, durante el día -dicho de otra manera, durante su "estado de vigilia"- de recordarse de sí mismo por un tiempo determinado.
Y a su vez, este poder le es necesario al hombre que, sólo con su mente, ha reconocido su nulidad y que ha decidido luchar conscientemente contra las anomalías que él mismo ha comprobado, anomalías que están cristalizadas en su individualidad debido a las condiciones inadecuadas en que ha pasado su edad preparatoria y que se manifiestan como toda clase de debilidades cuyo conjunto engendra su falta de voluntad, su falta de carácter, su inercia, y así sucesivamente. Este poder, digo, le es necesario si quiere aprender, en lo posible, a no "identificarse" con las condiciones circundantes y, mientras continúa la observación de sus manifestaciones interiores y exteriores, a dominar en sí mismo los diversos sentimientos de parcialidad que le han llegado a ser inherentes y a constatar así más profundamente, tanto en su psiquismo como en su cuerpo físico, la presencia de numerosos factores que su propio consciente ordinario considera ser -y ya no sólo con su "mente", completamente nula en este caso- del carácter negativo de estas propiedades indignas de un hombre, luego -esta vez también con todo su ser y no sólo con su "mente" completamente nula- para llegar a ser un hombre que quiere realmente trabajar sobre sí mismo.
Debido a la importancia de esta cuestión, quisiera repetir y subrayar aquí que todo esto es indispensable para que en el hombre que trabaja sobre sí mismo de una manera rigurosamente conforme a las leyes pueda aparecer y acumularse la energía necesaria para preservar en su trabajo con la intensidad de esfuerzo y el poder de acción sobre sí que son los únicos que permiten que se opere la transmutación de su propia "nulidad" en ese "algo" que él debería haber sido -aunque sólo sea según su sentido común, este "sentido común" que, aunque raramente, se manifiesta en cada uno de nuestros contemporáneos cuando las circunstancias no se le oponen- dicho de otra manera, en esta "Corona de la Creación" que todo hombre está llamado a ser en vez de lo que se ha convertido, sobre todo en estos últimos tiempos, y tal como él se ve en momentos de sinceridad: un animal doméstico cuyas percepciones y manifestaciones todas están automatizadas.
La vida no es real sino cuando “Yo Soy”.- Gurdjieff