Recibir una enseñanza nueva siempre despierta intereses diversos, pero cuando esta enseñanza va acompañada de la práctica de la misma, se derivan experiencias vivenciales que dejan huellas con matices diferentes y, esto es precisamente lo que sucedió con el estudio del tema uno y la práctica de su respectivo ejercicio.
El tema en particular trazó una ruta que permitió interconectar al hombre con el universo mismo a través de la “Ley del Tres”, dejando claro que ambos son manifestaciones de la misma ley y por lo tanto no puede haber separación entre uno y otro. Lo complejo de dicha ley es que teniendo tres fuerzas que la integran (una activa, una pasiva y una neutralizante), no es fácil ver su expresión en el universo, y con mayor razón, en uno mismo, debido a nuestro nivel de consciencia, ya que en la medida en que nos alejemos del absoluto somos regidos por mayor cantidad de leyes, de las cuales dependemos y nublan nuestra visión interna.
Es precisamente por lo anterior, por lo que al realizar el ejercicio práctico las experiencias fueron diversas, ya que representó para algunos la oportunidad de trabajar sobre sí mismos y lograr mayor control sobre los pensamientos; para otros, el poder recordarse físicamente. No ha sido fácil para unos concentrarse en la práctica del ejercicio por la afluencia de pensamientos; como tampoco mantener la atención fácilmente, pero finalmente se logra por algunos minutos salir de la esclavitud de la mente y alcanzar algo de paz. Incluso algunos pudieron aplicar el ejercicio a situaciones de su actual vivir que los perturbaban, enfocando la dificultad de otra manera.
Fueron variadas las experiencias, pero fructíferos los resultados, aunque fueran pocos, porque finalmente es un pequeño despertar de la consciencia.