Tema de mucha profundidad y generador de inquietudes y despertares. Nosotros, integrantes del planeta tierra y partícipes de un gran movimiento. Quién podría creerlo. Además, poseedores de cualidades de mundos superiores que de una u otra forma claman por ser tenidos en cuenta. En fin, cada cosa poseyendo una explicación tan armónica que, la lluvia, antes un simple proceso natural, pasó a representar un verdadero acontecer kósmico (como totalidad, porque el cosmos con C es apenas el universo). Un ritmo universal sometido a intervalos, los cuales son difíciles de apreciar mecánicamente, pero no desde la esencia. Universo y hombre regidos por las mismas leyes, convirtiéndose en una y la misma cosa:; es decir, en un todo. Esta ley nos habla de involución y evolución, dos caminos con direcciones diferentes, los cuales debemos trasegar según la elección que hagamos: descender o ascender, el asunto es que nunca nos quedamos en un mismo punto. O avanzamos o retrocedemos.
La ley de octavas nos muestra el libre fluir del kosmos, algo que para quienes estamos dormidos se hace difícil de observar, de ahí la dificultad que tuvimos con la práctica del ejercicio 3, ya que la linealidad de nuestras mentes no nos permite percibir los intervalos de los que habla dicha ley y que están presentes hasta en el más mínimo fenómeno. Darse cuenta de la identificación que tenemos con patrones mentales que se repiten una y otra vez a lo largo de nuestras vidas, ya es una ganancia, como también lo son: El poder centrar la atención, aunque sea momentáneamente, el unir la respiración al ejercicio, el percibir al ego en su trono y el darse cuenta de la emergencia de emociones negativas.
Así mismo, hubo algo que causó dificultades y esto fue: visualizar y lograr la simultaneidad de los números. Si bien fue difícil o imposible de conseguir, nos muestra una vez más lo controlados que estamos por nuestros esquemas mentales y, este ejercicio se convierte en una herramienta de arranque, de gran valía.