LA LUNA, EL "ÚLTIMO BROTE DE LA RAMA" Postato da MON Cuarto Camino-Gurdjieff
(G.I. Gurdjieff).
La luna está «en la extremidad», en el fin del mundo; «las tinieblas de
afuera, el lloro y el crujir de dientes» de la doctrina cristiana.
En nuestro "sistema", la terminación del «rayo de creación», por así decirlo: el último “brote de la rama”, es la luna.
La luna es un planeta que todavía no ha nacido, es un planeta que está
naciendo. Se está "calentando gradualmente" y con el tiempo (en el caso
de un desarrollo favorable del rayo de creación) llegará a ser como la
tierra y tendrá su propio satélite, una "nueva luna". Un nuevo eslabón
se habrá añadido a la cadena del «rayo de creación».
La energía
necesaria para el crecimiento de la luna, es decir para su desarrollo y
para la formación de nuevos "brotes", le viene de la tierra, donde esta
energía se crea por la acción conjunta del sol, de todos los otros
planetas del sistema solar y de la tierra misma. Esta energía se
recolecta y se conserva en un gigantesco "acumulador" situado en la
superficie de la tierra. Este "acumulador" es la vida orgánica sobre la
tierra. La vida orgánica alimenta a la luna.
Todo lo que vive en la
superficie de la tierra, los hombres, los animales, las plantas, sirven
de alimento a la luna. La luna es un gigantesco "ser viviente" que se
nutre de todo lo que respira y de todo lo que crece sobre la tierra.
La luna no podría existir sin la vida orgánica sobre la tierra, así
como la vida orgánica sobre la tierra no podría existir sin la luna.
Además, en su relación con la vida orgánica sobre la tierra, la luna es
un formidable "electroimán". Si súbitamente se llegara a interrumpir la
acción del "electroimán", de inmediato la vida orgánica se desmoronaría
hacia la nada.
El proceso de calentamiento y de crecimiento de la
luna está en intima conexión con la vida y la muerte sobre la tierra. En
el instante de la muerte, todos los seres vivientes liberan cierta
cantidad de la "energía" que los ha animado; esta energía — o el
conjunto de las «almas» de todos los seres vivientes: plantas, animales,
hombres — es atraída hacia la luna como por un colosal electroimán, y
le aporta el calor y la vida de la cual depende su crecimiento, es
decir, el crecimiento del rayo de creación.
En la economía del
universo, jamás se pierde nada y cuando una energía ha terminado su
trabajo sobre un plano, pasa a otro plano.
Las almas que van a la
luna, poseyendo quizás una cierta cantidad de "conciencia" y de memoria,
se encuentran sometidas allá a (96 leyes), en condiciones de vida
mineral, o en otros términos en tales condiciones que ya no hay
salvación posible para ellas fuera de una evolución general en ciclos de
tiempo inconmensurablemente largos.
La influencia de la luna sobre
todos los seres vivientes se manifiesta en todo lo que sucede sobre la
tierra. La luna es la fuerza dominante, o más exactamente la "fuerza
motriz" más cercana, más inmediata, de todo lo que se produce en la vida
orgánica sobre la tierra.
Todos los movimientos, todas las
acciones y manifestaciones de los hombres, de los animales y de las
plantas dependen de la luna y están gobernados por ella. La fina
película sensible de vida orgánica, que recubre el globo terrestre,
depende enteramente de la influencia de este formidable "electroimán"
que succiona su vitalidad.
El hombre, como cualquier otro ser
viviente, no puede liberarse de la luna en las condiciones ordinarias de
la vida. Por consiguiente, todas sus acciones y todos sus movimientos
están gobernados por la luna. Si mata a otro hombre, es la luna la que
lo hace; si se sacrifica por los otros, es también la luna. Todos los
malos actos, todos los crímenes, todos los sacrificios, todas las
hazañas heroicas, así como los más pequeños hechos y gestos de la vida
ordinaria todo esto está gobernado por la luna.
La "liberación", que
viene con el crecimiento de poderes y de facultades mentales, es una
liberación del "yugo de la luna". La parte mecánica de nuestra vida
depende de la luna, está sujeta a la luna. Pero si desarrollamos en
nosotros mismos la conciencia y la voluntad, y sometemos a ellas toda
nuestra vida mecánica, todas nuestras manifestaciones mecánicas,
escaparemos del poder de la luna.