08 de Agosto 2018.
El cuerpo funciona de acuerdo a su mecanismo o a las acciones pasadas, y
si queremos llamarle plan divino eso será de acuerdo a la tradición que
sigamos.
Como individuos, la libertad es ilusoria, con excepción
de la libertad de cada instante cuando dejamos de considerarnos como
una entidad separada y así ponemos fin a nuestra ignorancia y
sufrimiento, lo cual tiene que ajustarse a los procesos naturales.
Nada tiene validez mientras imaginemos que como personas estamos separados de Sí mismo.
El ojo no se ve a Sí mismo, por lo que si quiere conocerlo deberá de trascenderlo y observarlo desde fuera.
Como el pez que nunca ha salido del agua, no tiene experiencia del
agua, tan sólo cuando accede, aunque sea por un instante, fuera de la
misma, es cuando, por primera vez, está en condiciones de darse cuenta
de que existe el agua y de que incluso cuando regrese, se encontrará en
ese medio que ahora, sí es reconocible como el agua.
De la
misma manera, para conocer la mente, no podrá hacerlo desde la mente,
sino que deberá de trascenderla a un punto de observación, que en, este
caso, los sabios precedentes lo han venido denominado como Conciencia
Testigo.
Desde esta perspectiva el Testigo sólo observa, se da
cuenta, y en realidad no piensa, sino que observa a la parte que piensa
de uno mismo.
La Conciencia Testigo supone toda una aspiración
de logro para los que se encuentran saliendo del nivel racionalista en
proceso de despertar.
Digamos que lo mayor que, en este caso es la Consciencia, engloba a lo menor que es el pensamiento.
La experiencia de darse cuenta del pensamiento es una vivencia de
contemplación directa sobre el pensador, englobando a éste, que como
función es testificada.
El libre albedrío solo le corresponde a Sí mismo, el cual se despliega en la Conciencia Esencial.
De igual modo que la verdad, esta comprensión no puede ser recogida por
la mente racional, y en ningún caso por la persona estructurada
ideológicamente.
R.Malak.