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EL CUARTO CAMINO DE GURDJIEFF-BENNETT
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General: CON GURDJIEFF EN FONTAINEBLEAU - DEL LIBRO TESTIGO - BENNETT
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De: LUISWAYUU - ASHSHUA  (Mensaje original) Enviado: 06/06/2019 02:02

CON GURDJIEFF EN FONTAINEBLEAU-DEL LIBRO TESTIGO-BENNETT

Fui a Fontainebleau solo, ya que la Sra Beaumont no podía venir, ella sentía la obligación de ir a Dax, cerca de Biarritz, a ver a su madre, que estaba haciendo un tratamiento. Como le escribía a ella todos los días, y como guardaba las cartas, estoy en condiciones de reconstruir mi estadía en la Prieure más exactamente que muchas otras partes de mi vida. Muchas cosas me ocurrieron allí que, si hubiese recurrido solo a mi memoria, no podría creer que estuve allí solamente treinta y tres días.
Llegué cansado y temeroso. Se contaban muchas historias en los grupos de Londres a cerca de las privaciones de la vida en la Prieure. Orage el periodista y crítico, el intelectual por excelencia, quien nunca había usado sus manos para trabajar, había desarrollado poderosos músculos y una piel gruesa como la de los campesinos o pescadores. Maurice Nicoll, el psicoanalista que ejercía en Harley Street, abandono a sus seguidores y se volvió un trabajador y su esposa una ama de casa. Ricos y encumbrados hombres del grupo de Ouspensky fueron allí y se asombraban de encontrarse a si mismos disfrutando de su trabajo como fregonas. Yo me veía a mi mismo poco capacitado para esa vida, pero me sentía en la absoluta necesidad de quebrar la prisión espiritual en la que había caído.
La Prieure había cambiado mucho desde mi anterior visita ocho meses atrás. Se había terminado la Casa de Estudios y comenzado a construir un baño Ruso. La casa de Estudio había adquirido una atmósfera que me recordaba un Tekke de los Mevlevis en las afueras de la puerta de Adrianopolis en Estambul. Esto fue solo la primera impresión: muy pronto uno comenzaba a sentir que era Gurdjieff y nada más que Gurdjieff. Habia un espacio de alrededor de cien pies de largo y cuarenta de ancho, con un profundo escenario en un extremo y una galería baja de unos diez o doce pies rodeándolo, donde los alumnos se sentaban en almohadones sobre el terreno.. Frente al escenario había dos habitaciones pequeñas parcialmente escondidas por cortinas, donde la esposa de Gurdjieff, Madame Ostrowska, acostumbraba sentarse y ver los “ejercicios”. En las esquinas había fuentes y las ventanas estaban pintadas a mano imitando vitrales. Por todo esto, el edificio daba una impresión de escenario decorado mas que de estructura permanente. Y aun así sus características eran tan fuertes y distintivas que no se podía evitar su influencia.
Yo llegué el sábado a la noche, cuando los ejercicios se realizaban con las mismas túnicas blancas que había visto en Constantinopla y a los visitantes de Paris se les permitía observar la muestra. Los ejercicios consistían de los mismos movimientos rítmicos y danzas rituales que había visto antes. Hubo incluso varias presentaciones de comunicación telepática que mucho me habían impresionado en su momento: más tarde me mostraron los trucos por los cuales obtenían esos resultados.
Había allí veinticinco o treinta Rusos, y otro tanto de visitantes Ingleses. En ese momento no había visitantes Franceses o Americanos, entre los Rusos y los Ingleses había muy poco contacto-principalmente debido a las dificultades del lenguaje.
Yo fui afortunado a este respecto, Madame de Hartmann me recibió en una elegante sala de estar en la planta baja del Chateau, y me dijo que Georgy Ivanitch_ el nombre por el cual Gurdjieff era conocido entre los Rusos_me vería esa misma mañana. Hablando Turco , no teníamos necesidad de un intérprete. Él me preguntó por el Príncipe Sabaheddin, y casi de inmediato habló de _ la distinción entre Siendo y Conociendo_ que habíamos dejado en nuestra primera charla en Kuru Cheshme, cerca de dos años atrás. Yo había tomado notas de todas las charlas que tuve con él y podía reproducirlas por completo después de todos esos años.
Él dijo;” Usted ya tiene mucho conocimiento. Se mantendrá como teorías a menos que usted aprenda a comprender no con la mente sino con el corazón y el cuerpo. Ahora su mente está despierta: su corazón y su cuerpo están dormidos. Si usted continua así pronto su mente también se irá a dormir, y usted no será capaz de pensar nuevos pensamientos. Usted no puede despertar sus sentimientos, pero puede despertar su cuerpo. Si usted puede mandar sobre su cuerpo, usted podrá adquirir el Ser.
“Para esto, debe mirar a su cuerpo como a un sirviente. Debe obedecerle. Es ignorante y haragán. Le debe enseñar cómo trabajar. Si se niega a trabajar no debe tener misericordia con él. Recuérdese a sí mismo como dos_usted y su cuerpo_ Cuando usted sea el dueño de su cuerpo, sus sentimientos le obedecerán. En este momento nada le obedece_ni su cuerpo, ni sus sentimientos ni sus pensamientos. No puede comenzar por sus pensamientos, porque aún no se ha separado de sus pensamientos.
Este Instituto existe para ayudar a la gente a trabajar sobre ellos mismos. Usted puede trabajar mucho o muy poco según desee. La gente viene por varias razones, y obtienen lo que vinieron a buscar. Si fue solo curiosidad, entonces nosotros arreglamos las cosas para sorprenderlos. Si vienen para obtener conocimiento, tenemos varios experimentos científicos que los pueden instruir. Pero si vienen para desarrollar su Ser, entonces deben hacer el trabajo por si mismos. Nadie puede hacer el trabajo por ellos, pero también es verdad que no pueden crear las condiciones para ellos mismos. Por lo tanto nosotros creamos las condiciones”.
Yo dije que estaba cansado de ser como era, que quería cambiar. Él me contestó: “Usted debe empezar por el principio. Usted comience como ayudante de cocina, después trabajará en el jardín, y así hasta qu aprenda a gobernar su cuerpo.” Me preguntó por cuanto tiempo me quedaría,y le dije que no lo sabía, dado que dependía del Tratado de Paz con Turquia. No se mostró interesado en eso, y dijo “ no importa. Usted empiece ahora y después veremos”
Me presentaron a un Ruso de mediana edad, Dr.Stjernvall. Él me miró un poco como lo hacia Gurdjieff, excepto que tenia un magnifica barba larga, pero una cabeza menos impresionante. Me mostró mi habitación; una pequeña celda que habría sido de los sirvientes del Chateau. La habitación tenía escasos muebles y no estaba del todo limpia. El primer dia me dejaron solo, y recorriendo las estancias. Habia un jardín formal con estanques de lirios detrás del Chateau. Mas lejos había una estrecha avenida de tilos con un sendero marcado en el centro e hileras de asientos enfrentando a cada lado del césped. Al final de la línea de tilos había una amplia piscina circular.A la derecha estaba la Casa de Estudios, a la izquierda la cantera de piedra destinada al baño ruso. Había pequeños corrales con vacas, ovejas, cabras, gran cantidad de gallinas y no había cerdos. Detrás de los corrales en dirección al Sena, los campos se introducen en el bosque de Fontainebleau, con gran cantidad de hayas, abetos y robles. Un camino conducía a través del bosque a un enorme aserradero donde se habían cortado vigas de madera.
El tercer día me volví ayudante de cocina. Supuse que Gurdjieff había sacado algunas de sus ideas de los Tekkes de los derviches Mevlevis, cada futuro miembro de Dedeghian pasaba a través de veintiun estadios en cada uno de las cuales servía a la comunidad. La primer tarea que se le daba a un neófito era el de ayudante de cocina.
Yo no sabia nada de cocinas, y ciertamente ninguna clase de Trabajo doméstico. Mi primer tarea fue lavar los pisos de piedra de la cocina y fregar. Estaban muy sucios y les eche agua caliente, muy contento de que la suciedad estaba saliendo tan fácilmente. De pronto me di cuenta de que no sabía como remover el agua que se mantenía en el piso. En ese momento, la Sra Ouspensky, una figura majestuosa enteramente vestida de negro, con cabello castaño oscuro y ojos brillantes apareció parándose en la puerta, un escalón alto por encima del piso. No la había visto desde que nos conocimos en la Isla de Prinkipo mas de dos años atrás. Se rió como una jovencita, tomó trapos de piso de la cocina poniéndose de rodillas secó el agua y escurrió los trapos en un balde.
Me sentí pequeño e incompetente por haber ignorado un procedimiento tan simple, e inmediatamente hice lo mismo. Cada día había una docena de lecciones tan simples como esta, donde mi ignorancia práctica y mi arrogancia mental eran dolorosamente noqueadas .Mis deberes como ayudante de cocina incluían poner la comida del desayuno antes de las 8 a.m. cuando la gente volvía del trabajo de las primeras horas de la mañana. En los primeros tres días aprendí algo a cerca de la naturaleza humana que yo no había sospechado. La comida era escasa y todos estaban hambrientos La cantidad de pan, manteca, jamón y avena con leche, que tenía permitido poner era suficiente como para satisfacer alrededor de dos tercios de la gente. Había incluso una bebida desagradable llamada “café”, preparada, creo, con granos tostados de acuerdo a alguna receta indicada por el mismo Gurdjieff.
La gente volvía del trabajo de la mañana, y tomaba más de una porción. Parado detrás de las mesas para recoger y lavar platos y cubiertos, podía ver y escuchar. No podía ceer el egoísmo, indiferencia y malevolencia, usualmente profundamente escondida en las personas, podía mostrarse al desnudo, en el simple proceso de tomar el desayuno. Comencé a ver lo que quiso decir Gurdjieff sobre que todo en el Instituto daba las condiciones para trabajar sobre uno mismo.
Un dia, me sacaron del fregadero, para pasar horas moliendo canela en un mortero. Me dijeron que en ese momento, Gurdjieff estaba comiendo solo crema ácida espolvoreada con canela. No pasó un dia sin que ocurrieran una variedad de sucesos inesperados y a menudo inexplicables.
Después de unos pocos días, fui transferido al aserradero. Trabajé allí a las órdenes de Alexander de Salzmann. Una enorme sierra para trabajar de a dos, de alrededor de doce pies de largo, era manejada por un hombre en un estado precario de un lado, con otro metido en un profundo hoyo. Los troncos de árboles de dieciocho pulgadas de diámetro eran cortadas en planchas de tres pulgadas de grosor. Era un trabajo extenuante en el calor. Si uno estaba arriba tenía todo el peso de la sierra para sostener. Si uno estaba en el pozo del otro lado, el polvo de la madera caía y se adhería en nuestra cara sudorosa. De Salzmann marcaba el ritmo. Él era tan habilidoso para mover los grandes troncos con las ganchos de leñador, que le pregunté a uno de los Rusos donde lo había aprendido .Él me contestó con gravedad: “ël vivió toda su vida en los bosques del Cáucaso, y fue inspector forestal antes de la guerra”. A decir verdad, había sido un famoso escenógrafo en Moscu, y más tarde se asoció a Jaques-Dalcroze, y nunca había manejado una sierra hasta que Gurdjieff le enseño como manejarla un mes antes de mi llegada. El aprender completamente nuevas habilidades en un corto lazo de tiempo era parte del entrenamiento en el Instituto de Gurdjieff.
Desde el aserradero fui a las canteras, donde la inmisericordiosa piedra caliza dura de los bosques de Fontainebleu era requerida para construir el baño Ruso. Un corpulento joven Ruso llamado Tchekhov Tchekovitch estaba encargado del trabajo. En el segundo día de este trabajo, se partió una gran piedra caliza. Tchekovitch dijo que era justo lo que Gurdjieff necesitaba para usar en el dintel del baño Ruso. Era demasiado pesado para que lo pudiéramos mover, y tratamos de cortarlo con cincel y palancas. Después de dos horas en las que no pudimos hacer ni una muesca en la piedra, Gurdjieff apareció con sus ropas de ciudad. Después supe que recién había llegado de Paris, Y había estado levantado toda la noche. No dijo ni una palabra, pero se paró en el borde del hoyo y nos miró. Nosotros continuamos cortando la roca.Abruptamente, se sacó el saco y saltando al hoyo tomó el martillo y cincel de uno de los trabajadores rusos. Miró de cerca la roca, colocó el cincel cuidadosamente y lo golpeó tres o cuatro veces. Dio media vuelta alrededor, y después de un cuidadoso examen lo golpeó otra vez. Estoy seguro de que no golpeó la roca más que una docena de veces, cuando un enorme trozo de unas cien libras de peso se separó y cayó. El repitió la operación tres o cuatro veces y así quedó una parte de la mitad de tamaño del original. El dijo; “Levántenlo” Pusimos toda nuestra fuerza, levantamos la roca y la llevamos hasta el baño.
Esa fue una muestra de destreza que mantengo en mi memoria tan vívidamente como cuando lo ví. Pero esta es solo la mitad de la historia. Más de veinticinco años después yo estaba sentado al lado de Gurdjieff en una comida en su departamento de Paris, y Tchekhovitch, ahora canoso y casi calvo estaba parado enfrente nuestro. Gurdjieff estaba hablando de Ju-jitsu, diciendo que había aprendido más de este avanzado arte en Asia Central que de los Japoneses. Se llamaba Fiz-Lez-Lou, lo quería introducir en Europa y estaba buscando a quien entrenar. Como Tchekhovitch había sido en su juventud campeón de lucha, hubiera sido el candidato natural. Entonces le dijo a Tchekhovitch, “Se acuerda en el Prieure cuando hacíamos el baño Ruso, que trató de partir la roca para el dintel de la puerta y no podía? Me dí cuenta en ese momento que usted no sabía como mirar. Yo vi justo donde la roca se podía quebrar, pero usted no pudo verlo aun cuando se lo mostré. Entonces allí abandoné la idea de introducir el Fiz-lez-Lou en Europa.”
Tchekhovitch, quien adoraba a Gurdjieff como si fuese una reencarnación divina, se paró y dijo: “Si, Georgy Ivanitch; lo recuerdo.” Entonces, las lágrimas corrieron por su mejilla. Yo me estremecí con empatía. Este incidente, que necesitó veintiséis años para completar su ciclo, no fue solo característico de la ineptitud humana, sino terriblemente aplicable a mi propia condición.
El trabajo del día, comenzaba a las seis de la mañana y continuaba hasta las seis de la noche, y se cortaba para el desayuno y la comida del mediodía. La comida era magra y sosa excepto el sábado que había un rico festín y estaba abierto a los visitantes.
Nadie que haya trabajado en el Prieure en 1923 jamás olvidará la expectativa e intriga con la que cada uno esperaba un nuevo tema de trabajo dado por Gurdjieff. Todos íbamos a un ritmo de quebrarse. Por unas pocas semanas el tema se basaba en varias clases y grados de ayuno. Entonces podía cambiar a pruebas psicológicas tan penetrantes que todos parecíamos desnudarnos espiritualmente.
Un ejemplo con respecto al ayuno, ilustrará la delicadeza con la que Gurdjieff podía dar lecciones si él lo elegía. Había en el Prieure un famoso abogado Ruso llamado Rakhmilievitch, quien había sido el líder de la barra de abogados de St. Petersburg antes de la guerra. Se había unido a Gurdjieff en 1911, y tenía la tendencia de imponer la ley como un alumno avanzado. En una oportunidad Gurdjieff se presento en la sala de estar en el momento en que le está diciendo a otro Ruso: “Yo sabré mejor lo que George Ivanitch quiera significar, ya que estoy con él desde hace cinco años más que tu.” Gurdjieff dijo con tranquilidad:”Rackhmil, si tu no estás avergonzado por decir eso de ti mismo, avergüénzate por mí”. Tú me muestras como un mal maestro si después de doce años has aprendido tan poco” Inmediatamente después de esto se anunció que un curso de ayuno intensivo iba a comenzar. Rakhmilievitch secretamente escondió algo de comida en un árbol. Varios de nosotros lo vimos, pero nadie dijo una palabra. Cuando el ayuno estaba por comenzar, Gurdjieff dijo a cada uno como sería su programa Dejó a Rakhmilievitch para el final, entonces dijo:”Rakhmilievitch no lo necesita, él ya sabe mucho” Yo sentí mucha pena cuando escuché esto, porque vi como Rakhmilievitch había sacrificado todo para seguir a Gurdjieff, pero no pudo sacrificarse él mismo.
Después de los ayunos Gurdjieff volvió a los ejercicio mentales combinados con la labor manual en los campos.
La doctrina de Gurdjieff relacionada con “Trabajo Consciente y Sufrimiento intencional” era comprendida a vaces con esa literalidad cómica que emplean Europeos y Americanos cuando están confrontados con la sutileza Asiática. Cuando llegué al Prieure, los ejercicios mentales tomaban la forma de aprendizaje de largas listas de palabras Tibetanas. Las damas_mayormente mujeres Inglesas de mediana edad_ estaban sentadas para sacar las raíces de grandes árboles tirados abajo por los hombres. La tarea era manifiestamente imposible, excepto cavando agujeros profundos o usando una excavadora. Las mujeres sentadas en agujeros poco profundos, cavando con pequeños instrumentos, y a veces, debido a la falta endémica de herramientas, con cucharas de cocina y echando hacia atrás la tierra, parecían gallinas escarbando en un montículo de basura. Metidos cuidadosamente bajo sus relojes de pulsera o brazaletes tenían trozos de papel que sacaban subrepticiamente cada pocos minutos. Las damas mirándose como gallinas ansiosas, murmuraban las listas de palabras. Yo me preguntaba mientras las miraba, qué habrían venido a buscar a Fontainebleu. De su sinceridad, no cabía ninguna duda; pero ¿dónde ellas habían dejado su sentido común?
Gurdjieff tenía métodos despiadados para deshacerse de aquellos que no quería. Él parecía invitar y aún detestar una clase de adoración estúpida que hacía que cada palabra suya o gesto se transformaran en símbolos de alguna verdad eterna. Una dama era particularmente estúpida con respecto a él, y entonces le jugaba bromas crueles, lo que me demostraba lo seria que era su advertencia, con respecto a no confiar en nada ni en nadie, y especialmente a él mismo.
Cada sábado después del almuerzo, se dejaba de lado el trabajo y se hacían los preparativos para la recepción y fiesta semanal. Por la tarde, se servía un te Inglés formal en la terraza del Chateau. En una oportunidad tuvimos helado preparado con crema fresca proveniente de las vacas del Prieure. Gurdjieff caminaba por los alrededores, con esa extraña marcha despojada que lo hacía diferente a cualquier otro hombre. Se acercó a la mesa de esa dama y le dijo: “Usted no sabe como se mejora el sabor del helado. Lo debe comer con mostaza.” Ella dudando se levantó y se dirigió a la cocina por un tarro de mostaza. Cuando regreso, Gurdjieff con voz de trueno la señaló y dijo.”Ven de que se trata ser un idiota redondo. Ella es todo el tiempo idiota, ¿Para qué está usted aquí?”
En otro momento, un americano joven llamado Metz, que también sufría de adoración estúpida por Gurdjieff, se le había pedido que cambiara una luz delantera del auto de Gurdjieff. Esa noche Gurdjieff tenía que ir a Paris. Cuando se sacó el auto y la luz no había sido cambiada, le gritó a Metz que se sentara en el parachoques sosteniendo la luz durante todo el camino a Paris. Metz dócilmente se sentó en el guardabarro, hasta que Gurdjieff lo empujó con su palabra favorita:”Idiota.”
Un concertista de piano llamado Finch, con hermosas manos cuidadas como si fuesen tesoros invaluables, vino para intalarse en el Prieure. Se lo puso para cuidar las gallinas. Así como pasaban los días se iba poniendo cada vez más ansioso. Finalmente le dijo a Gurdjieff que las gallinas no estaban poniendo bien desde que él se había hecho cargo. Gurdjieff le contestó :” Claro que no. Porque usted no las ama. Las gallinas aquí conocen a la gente. Ponen para la gente que las ama. Debe aprender a amarlas.”
Al día siguiente pasé por el gallinero y lo vi al pobre mirando a las gallinas, evidentemente tratando de amar a las gallinas pero incapaz de saber como hacerlo.
Cada anochecer después de la cena una nueva vida comenzaba. No había apuro. Unos caminaban en el jardín, otros fumaban. A las nueve de la noche nos encaminábamos solos o de a dos o tres. A la Casa De Estudios. Dejabámos los zapatos en la puerta de entrada y nos calzábamos zapatillas o mocasines. Tranquilamente nos sentábamos cada uno en su almohadón, alrededor del salón, Los hombres a la derecha y las mujeres a la izquierda, nunca juntos.



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