GURDJIEFF, PERSPECTIVAS DESDE UN MUNDO REAL marzo 6, 2015 por mariacristinacatuara
Hay dos clases de amor; uno el amor de un esclavo, el otro que debe ser
adquirido por medio de trabajo. El primero no tiene valor alguno; sólo
el segundo tiene valor, esto es, el amor adquirido a través de trabajo.
Este es el amor del cual hablan todas las religiones. Si ustedes aman
cuando “ello” ama, no depende de ustedes y por lo tanto no tiene mérito.
Es lo que llamamos el amor de un esclavo. Ustedes aman cuando no
deberían amar. Las circunstancias les hacen amar mecánicamente. El amor
verdadero es el amor cristiano, el amor religioso; con este amor nadie
nace. Para este amor hay que trabajar. Algunos lo conocen desde la
infancia, otros solamente en la vejez. Si alguien tiene amor verdadero,
es porque lo adquirió durante su vida. Pero es muy difícil aprenderlo, Y
es imposible empezar a aprenderlo directamente, en la gente. Todo
hombre toca a otro en carne viva, nos hace apretar los frenos, y nos da
muy poca oportunidad de tratar. El amor puede ser de diferentes clases.
Para comprender de qué clase de amor hablamos, es necesario definirlo.
Ahora estamos hablando del amor por la vida. En todo lugar donde hay
vida, comenzando por las plantas (porque ellas también tienen vida), los
animales —en una palabra dondequiera que haya vida— hay amor. Cada vida
es un representante de Dios. Cualquiera que pueda ver al representante,
verá a Aquél que es representado. Cada vida es sensible al amor. Aun
las cosas sin alma como las flores, que no tienen conciencia, comprenden
si uno las ama o no. Aun la vida inconsciente reacciona a cada hombre
de una manera correspondiente y le responde de acuerdo a la manera en
que él reacciona. Como siembran, así cosecharán, y no sólo en el sentido
de que si siembran trigo tendrán entonces trigo. Es cuestión de cómo
siembran. Literalmente puede convertirse en paja. En la
misma
tierra, distintas personas pueden sembrar las mismas semillas y los
resultados serán diferentes. Pero estas sólo son semillas. El hombre
ciertamente es más sensible que una semilla a lo que es sembrado en él.
Los animales son también muy sensibles, aunque menos que el hombre. Por
ejemplo, se mandó a X. a cuidar los animales. Muchos enfermaron y
murieron. Las gallinas pusieron menos huevos y así sucesivamente. Aun
una vaca dará menos leche si uno no la quiere. La diferencia es muy
sorprendente.
El hombre es más sensible que una vaca, pero
inconscientemente. Y así si ustedes sienten antipatía u odian a otra
persona, es sólo porque alguien ha sembrado algo malo en ustedes. Aquel
que quiera aprender a amar a su vecino debe empezar por tratar de amar
las plantas y los animales. Quien no ama la vida, no ama a Dios.
Comenzar de inmediato a tratar de amar a un hombre es imposible, porque
el otro es como ustedes, y devolverá golpe por golpe; en tanto que un
animal es mudo y se resignará tristemente. Por eso es más fácil empezar a
practicar en animales. Para el hombre que trabaja sobra sí mismo es muy
importante comprender que sólo puede haber cambio en él si él cambia su
actitud hacia el mundo exterior. En general ustedes no saben lo que se
debe amar y lo que no se debe amar, porque todo eso es relativo. En el
caso de ustedes, una y la misma cosa es amada y no amada; pero hay cosas
objetivas que debemos amar o debemos no amar. Por eso es más productivo
y práctico que se olviden de lo que llaman malo y bueno y comiencen a
actuar sólo cuando hayan aprendido a escoger por sí mismos. Ahora si
quieren trabajar sobre sí mismos, tienen también que elaborar en sí
diferentes clases de actitudes. Excepto en el caso de cosas grandes y
más definidas que innegablemente son malas, tienen que ejercitarse de
esta manera: si les gusta una rosa, traten de que les disguste; si les
disgusta traten de que les guste. Lo mejor es comenzar con el mundo de
las plantas; desde mañana traten de mirarlas de una manera en que no las
han mirado antes. Cada hombre es atraído hacia ciertas plantas, y no
hacia otras. Quizás esto no lo hemos notado hasta ahora. Primero tienen
que mirar una, luego poner otra en el lugar de ella y después prestar
atención y tratar de comprender por qué hay atracción o aversión. Estoy
seguro de que todos sienten algo o perciben algo. Es un proceso que
tiene lugar en el subconsciente, y la mente no lo ve; pero si comienzan a
mirar conscientemente, verán muchas cosas, descubrirán muchas Américas.
Las plantas, como el hombre, tienen relaciones entre ellas y también
existen relaciones entre plantas y hombres, pero cambian de tiempo en
tiempo. Todas las cosas vivientes están atadas las unas a las otras.
Esto incluye todo lo que vive. Todas las cosas dependen unas de otras.
Las plantas actúan sobre los estados de ánimo de un hombre y el estado
de ánimo de un hombre
actúa sobre el de una planta. Mientras vivamos
haremos experimentos. Hasta flores vivientes en una maceta vivirán o
morirán según el estado de ánimo.