06 octubre de 2019.
Originalmente se suponía que la persona era la única en el universo.
Entre los factores que le hacen único, estaba la capacidad de darse
cuenta que como persona es la una entidad en el planeta con un concepto
bien establecido de Si mismo y de su ambiente.
Muy probablemente, algunos de los primeros pensamientos de la persona
primitiva no fueron sino el reflejo de las impresiones que le llegaban
por medio de sus facultades sensoriales.
Y a la vez trató de razonar o de establecer conclusiones en relación a sus propias reacciones ante dichos estímulos.
En otras palabras, los hechos y las condiciones que estimulaban a la persona.
Aun cuando al principio pudo no interesarse en su capacidad de
contemplación del mundo físico que le rodeaba y en sus reacciones ante
éste, alcanzó, sin embargo, un tipo de comprensión que lo capacitó para
almacenar en su propia mente.
En el área que conocemos como memoria, una conciencia de la existencia que le era familiar en el mundo físico.
De esta manera, la persona pudo acomodarse o adaptarse gradualmente al medio ambiente en el que vivía.
El hecho de que el fuego quema y causa dolor, probablemente tuvo que
aprenderse de una sola vez, porque la memoria acudió de inmediato en su
ayuda, preparándole ante el desafío de las llamas en su segundo
contacto.
Lo mismo es cierto con respecto a muchas otras
experiencias, tales como el comportamiento ante las fuerzas naturales en
las que se incluyen los pasos que tomaron nuestros primitivos
antepasados para su comodidad personal, para proveerse de alimentos o
para lograr alguna forma de diversión en el curso de la vida.
Cuando el discípulo se gradúa de su maestro, no es más un discípulo,
tiene realización y lo que se indicaba ha sido experimentado, de este
modo se ha vuelto hacia sí mismo desde el mundo cotidiano.
Y si
no es así, estar en realización es todavía un clamor lejano, entonces,
sin duda esto aumentará la aspiración; nuestras ansias internas vienen
de esa necesidad espiritual.
Todos, como buscadores, perseguimos el mismo fin, aunque los caminos sean más largos unos que otros.
Y aunque en ello nos conduzcan temporalmente al error
R.Malak.