Mientras revuelvo mi taza de café, en un día otoñal observo por la ventana del café el pasar los otarios y las grelas y mi alma, montada en las volutas de mi cigarrillo, vuela hacia el pasado.
A fines de 1925 la revista "El alma que canta" organizo un concurso por idea de uno de los redactores de la revista Rómulo Avallone, bajo el eslogan "Buscamos al poeta del tango". La idea fue acogida con entusiasmo por Carlos Gardel, quien que estaba arto de cantar siempre los mismos temas: el hombre engañado, la crónica policial o el falso pintoresquismo de los conventillos.
El concurso fue un éxito: infinidad de autores enviaron sus trabajos. El premio consistía en la inmediata impresión de la pieza por una conocida editorial y que luego la grabarían, además de Gardel, las orquestas de Anselmo Aieta y Julio De Caro.
Cuando se publico la letra de "El ciego del violín", pese a que todas aparecían sin nombre, Cátulo Castillo que era amigo del autor, la reconoció y la pidió para ponerle música. Le avisaron al Barba, que si la retiraba antes de la selección final quedaría automáticamente excluido, pero la idea de que su amigo y el pianista Sebastián Piana le pusieran música le hizo olvidar el posible premio.
En una entrevista a Cátulo Castillo narró la prehistoria de ese tango: "A Homero Manzi lo conocía cuando aun tenia pantalones cortos. Este muchachito pasaba silbando siempre por la puesta de mi casa. Yo había cumplido 17 años y él era una año menor. Cuando supo que yo era el autor de "Organito de la tarde" se acerco a mí y me dijo:
"-Mira Cátulo, yo tango una letrita. Se llama El ciego del violín ¿no te gustaría ponerle música?
Le dije que si, que me la mostrara. Efectivamente era muy buena. Le cambiamos el nombre y le pusimos la siguiente dedicatoria: "El loco Carriego"
El tango se llamo "Viejo ciego". Se hizo muy conocida, lo cantaron muchos, inclusive la Maizani. Con esta letra Manzi se inicio como autor de tangos. Tenía 16 años. Concurría al Colegio Luppi, de la calle Centenera y tenía sus grandes aficiones políticas. Hablaba sobre el radicalismo, sobre Irigoyen, con fervor increíble Era un orador hecho y derecho. De Allí nació mi admiración por el.
Un día le presente un pelado que concurría a mi casa. Le dije:
"-Veni que te presento a un muchacho que componía muy bien. Juntos pueden hacer grandes cosas
El muchacho era Sebastián Piana. Era mayor, con veintidós años, los otros no habían cumplido los veinte" (Nota del diario La Opinión del 20 de abril de 1975)
Entre los tres se fortaleció una amistad que duraría para siempre. Los músicos acordaron que la colaboración se limitaría a componer uno la primera parte y el otro la segunda: la melodía para los versos decasílabos, la escribiría Cátulo; los versos alejandrinos de la segunda parte sería musicalizados por Piana. Eligieron el tomo de sol mayor y el compás de dos por cuatro, todavía habitual en el tango.
Viejo ciego fue estrenado por Roberto Fugazot, la noche del 6 de noviembre de 1926, en la pieza de Ivo Pelay "Patadas y serenatas en el barrio de las latas.". La incursión vocal de Fugazot no resulto afortunada pero fue un acierto dentro del genero y logro prona popularidad por sus bellos versos y la expresiva línea melódica de la música.
En 1928, la registro Charlo con la orquesta de Francisco Canaro Debe destacarse la versión realizada en 1946 por Francisco Florentino con la orquesta de Astor Piazzolla. Además la de Miguel Montero acompañado por la orquesta de Pascual Mamone en 1974