El llanto del desierto
Un amigo mío vuelve de Marruecos con una bella historia sobre un misionero que, en cuanto llegó a Marrakech, decidió pasear todas las mañanas por el desierto situado en los límites de la ciudad. En su primera caminata vio a un hombre tumbado en la arena, con la mano acariciándola y el oído pegado a la tierra.
"ES UN LOCO" se dijo a sí mismo… Pero la escena se repitió todos los días y, pasado un mes, intrigado por aquel curioso comportamiento, decidió dirigirse a aquel extraño. Con mucha dificultad -pues aún no hablaba árabe con fluidez- se arrodilló a su lado y le dijo. ¿Qué hace usted? Hago compañía al desierto y lo consuelo por su soledad y sus lagrimas. No sabía que el desierto era capaz de llorar. Llora todos los días, porque tiene el sueño de volverse útil al hombre y transformarse en un inmenso jardín, en el que se puedan cultivar cereales y flores, y criar carneros…
Pues diga al desierto que cumple bien con su misión -comentó el misionero-. Siempre que camino por aquí , pues su abierto espacio me permite ver lo pequeño que somos ante Dios. El misionero se separó de aquel hombre y volvió a sus asuntos diarios, ¡cuál no sería su sorpresa, la mañana siguiente, al encontrarse al hombre en el mismo lugar y en la misma posición!
¿Le comentó al desierto lo que le dije? preguntó.. El hombre asintió con la cabeza… Y aún así, ¿sigue llorando? Puedo oír cada uno de sus sollozos. Ahora llora porque pasó millares de años pensando que era inútil y desperdició todo éste tiempo blasfemando contra Dios y su destino…
Pues cuéntele que, a pesar de que el ser humano tiene una vida mucho más corta, también pasa muchos de sus días pensando que es inútil.. No sé si el desierto oirá -dijo el hombre-. Ya está acostumbrado al dolor y no consigue ver las cosas de otro modo…
Entonces vamos a hacer lo que yo siempre hago cuando siento que las personas han perdido la esperanza. VAMOS A REZAR…
Los dos se arrodillaron y rezaron, uno se puso mirando a La Meca, porque era Musulmán, y el otro juntó sus manos en señal de plegaria, porque era Católico. Rezaron cada cual a su Dios, que siempre ha sido el mismo Dios, aunque las personas insistieran en llamarlo con nombres diferentes… Al día siguiente, cuando el misionero reanudó su paseo matinal, el hombre ya no estaba allí. En el lugar en que el acostumbraba abrazar la arena, el suelo parecía mojado, ya que había nacido una fuentecilla. En los meses siguientes, la fuente creció y los habitantes de la ciudad construyeron un pozo alrededor.
Los beduinos llaman al lugar "Pozo de las lagrimas del desierto". Dicen que todo aquel que bebe de su agua, conseguirá transformar el motivo de su sufrimiento en la razón de su alegría, y acabará encontrando su verdadero destino….. Paulo Coelho
"LA VIDA NO TERMINA CUANDO EL CORAZÓN DEJA DE LATIR, SINO CUANDO LOS LATIDOS YA NO TIENEN SENTIDO...
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