Sin libertad no soy más que una sombra hundida en lo más negro de una ciénaga, un despojo indolente y miserable, apenas me asemejo a una persona, me siento despreciado, pataleado, despojado de luz y de argumentos.
Pero mi libertad no me daría la sensación de plenitud que quiero si no sirviera para proclamar la misma que merecen los demás, y que a nadie arrebaten por la fuerza sus decisiones y sus movimientos.
Ojalá pronto brille para todos el radiante fulgor de la justicia y se levante en armas todo el mundo contra aquellos, fanáticos innobles que hacen de la tortura su lenguaje y del suplicio su único argumento.