Cuando el contrato del mercader terminó, regresó a su casa en Saharanpur y abrió una pequeña tienda.
Aproximadamente 20 años más tarde, uno de sus viejos amigos que se dirigía a Hardware, con un grupo de compañeros, en el camino se encontró al mercader, en Saharanpur. Éste lo reconoció inmediatamente y les pidió a él y a sus compañeros que pasaran la noche con él, ya que podía ofrecerles donde pasar la noche y en segundo lugar le gustaría poder enseñarles la ciudad. El amigo y compañeros accedieron a quedarse.
Esa noche el mercader preparó una cena muy suntuosa que todos disfrutaron mucho; pero durante la comida los invitados escucharon gritos lastimeros y lloriqueos que venían del cuarto contiguo.
"¿Quién está llorando allá dentro?". El amigo de Rawalpindí preguntó.
"OH, no es nada, por favor disfruten su cena y no se preocupen por los gritos", fue la contestación del mercader.
"Pero a nosotros nos gustaría mucho saber la causa de ese llanto y esos lamentos, antes de continuar con nuestra cena". Dijo uno de los invitados.
"Muy bien", él contestó:
"La mujer que está llorando es mi nuera. Sólo han pasado unos cuantos días desde que su esposo, que era mi hijo, muriera. Así que, es natural que ella esté lamentándose por su muerte".
Los invitados inmediatamente ofrecieron sus condolencias por la pérdida del hijo del mercader; pero al mismo tiempo se preguntaban por qué, si él había perdido recientemente a su hijo, no estaba de luto, sino que en vez de eso, los entretenía espléndidamente como si nada hubiera sucedido.
'Entonces el mercader ofreció relatarles la historia completa.
"Hace 20 años, cuando regresé de Rawalpindi, después de finalizar mi contrato con el ejército, me casé", dijo. "Dos años más tarde nació un niño, lo criamos, lo educamos y recientemente arreglamos un matrimonio para él; pero inmediatamente después del matrimonio enfermó, y a pesar de los muchos cuidados que le dimos, y el número de doctores que llamamos para que lo atendieran, él no mostró ningún signo de mejoría.
Por último, cuando los doctores perdieron toda esperanza de recuperación, traje a un sacerdote musulmán para ver si é! lo podía curar. El sacerdote recitó algunas palabras y al terminar le di dos y media rupias, que era todo lo que tenía en mi bolsillo en ese momento. Cuando estaba haciendo esto, mi hijo empezó a reír fuertemente.
Cuando el sacerdote se hubo marchado le pregunté a mi hijo cómo se sentía. Me dijo que estaba perfectamente bien.
Le pregunté qué quería decir con esto..
Mi hijo entonces contestó:
"Hace 20 años te dejé 2,000 rupias en custodia y fui muerto en el levantamiento de Kabul. Tú te quedaste con ese dinero, y ahora yo vine como hijo tuyo para saldar esa cuenta. Las dos y media rupias que tenías en tu bolsillo en este momento, y que diste al sacerdote, era todo lo que quedaba del total de las 2,000 rupias. Cuando las diste en pago por los servicios prestados a mí, nuestra cuenta quedó saldada.
Esta esposa mía, era la yegua que monté el día que fui a sofocar el levantamiento y sin embargo, sin importar lo fuerte que traté de detenerla, para evitar que se metiera a las filas enemigas, ella no obedeció y finalmente los dos fuimos alcanzados por las balas. Por la forma en que hizo que yo muriera, ella tendrá que sufrir cuando yo muera, lo que hará que quede saldada mi cuenta con ella".
El mercader continuó:
Ahora, caballeros, el oficial está muerto y la yegua está llorando
¿por quién debo guadar luto, por la yegua o por el oficial?
Por lo tanto, sean tan amables de continuar con la cena”.
Cuando habían terminado de comer, el mercader dijo:
“Esto es como lo enseña el Maestro (Gurú). La familia, los amigos, los parientes, todos, se reunen exactamente como el resultado de sus Karmas, y tan pronto como las cuentas son ajustadas, ellos prosiguen su camino”.
“Este mundo es como una posada, donde las personas vienen de todas direcciones a pasar la noche, pero al amanecer, cada uno continuará con su propio camino”.
“Al atardecer los pájaros se reúnen en las ramas de los árboles. Algunos pían agudamente, otros cantan dulcemente. De nuevo se ven volando al amanecer”.
Gurú Arján.
“Nacimiento y la muerte son la llave de la vida; oh mi hermano, venimos y nos vamos de acuerdo a la Orden Dívina”
Gurú Nanak.
“Lo que siembres, eso cosecharás”
Cristo.