Acuérdate de mí cuando apartado
de tu lado feliz por siempre esté,
el pesar y el destierro hayan marchitado
el pobre corazón con que te amé.
Y entre mi triste afecto, y en un supremo adiós,
que son ausencia y tiempo amándonos los dos.
Mientras mi pecho late siempre de amor por tí
dirás a tu oído: acuérdate de mí.
Acuérdate de mí cuando en la fría piedra
duerma mi roto corazón,
abra su dulce caliz en el mío
la del sepulcro y solitaria flor.
Jamás volveré a verte como fiel hermano,
mi alma solo a tu lado descenderá mañana.
Escucha como gime de noche, igual a tí,
la voz de tu amante: acuérdate de mí.
Gero