ANGEL GREGORIO VILLOLDO
Custodiado por una caravana de nubes sureñas, un dieciséis de febrero de 1868 en Barracas, un refucilo parió ese rayo de porteña estirpe, que encegueció al mundo, por vez primera, con los compases de su creación.
Cuarteador y porteñito de pura cepa, le dio a la tinta pinceladas de trascendencia, plasmada en pentagramas de letras y notas emblemáticas que traspusieron fronteras.
Fray Mocho, Caras y Caretas, La Nación y las cumparsas, supieron de sus manifiestos y ensayos creativos, enarbolando la identidad de esos seres abismados por el adoquinado de una ciudad naciente y con características viejo mundistas Una vez más, en medio de tantas inequidades sociales, una firma extranjera Gath & Chaves creo un sello discográfico para que nuestro Ángel pudiera grabar sus canciones en Londres.
Luego, la percepción que proviene de los abismos insustanciales, dio origen a La morocha. Y mientras un fonógrafo desnudaba la letra del tango, una piba pobre transitaba las calles de San Telmo buscando un mendrugo para su madre. Más tarde la circunstancias implacables la llevarían a ser “Tita de Buenos Aires”. Sus letras: Arrimate, vida mía; Bazar de la mescolanza; Brisas camperas; Calandria; Cantar eterno; Catorce; Cuerpo de alambre; Cuidado con los cincuenta; Desgracias de un marido; Doña Juana Rabanito; El baile de Ña Baldomero; El Cachafaz; El criollo más criollo; El mayordomo; El negro alegre; El Porteñito; El terrible; El torito; El trece; En la ausencia; Homenaje a Saravia; La bicicleta; La culpa vos la tuviste; La farra de Rosa La piojito; La florista; La morocha; La promesa; Las viejas solteronas; Matufias; Pamperito; Recetas del Dr. Macanitas; Soy tremendo; Testamento de un paisano.
Sus composiciones: Brisas rosarinas; Don Pedro; El cachorrito; El porteñito; El torito; Kalisay; Prendete del brazo nena; ¿Qué hacés chamberguito?; Salve furlana!; y el que sigue siendo el más perdurable y reconocido en todo el orbe: El choclo. También su música formó parte de la película Así es la vida, estrenada el 19 de Julio de 1939, dirigida por Francisco Mugica y protagonizada por el gran Enrique Muiño.
El catorce de Octubre de 1919, un tranway acompañó, a modo de cortejo celestial, al padre de nuestra música ciudadana.
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El choclo
Enrique Santos Discépolo Música: Ángel Villoldo
Con este tango que es burlón y compadrito se ató dos alas la ambición de mi suburbio; con este tango nació el tango, y como un grito salió del sórdido barrial buscando el cielo; conjuro extraño de un amor hecho cadencia que abrió caminos sin más ley que la esperanza, mezcla de rabia, de dolor, de fe, de ausencia llorando en la inocencia de un ritmo juguetón.
Por tu milagro de notas agoreras nacieron, sin pensarlo, las paicas y las grelas, luna de charcos, canyengue en las caderas y un ansia fiera en la manera de querer...
Al evocarte, tango querido, siento que tiemblan las baldosas de un bailongo y oigo el rezongo de mi pasado... Hoy, que no tengo más a mi madre, siento que llega en punta 'e pie para besarme cuando tu canto nace al son de un bandoneón.
Carancanfunfa se hizo al mar con tu bandera y en un pernó mezcló a París con Puente Alsina. Triste compadre del gavión y de la mina y hasta comadre del bacán y la pebeta. Por vos shusheta, cana, reo y mishiadura se hicieron voces al nacer con tu destino... ¡Misa de faldas, querosén, tajo y cuchillo, que ardió en los conventillos y ardió en mi corazón.
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