EL MUNDO EN TUS MANOS
Se acaba de cumplir el 70 aniversario del inicio del conflicto bélico más sangriento y masivo de la historia: la Segunda Guerra Mundial, que se desarrolló entre 1939 y 1945. El 1 de septiembre de 1939, Alemania invadió Polonia, dando así comienzo a la contienda.
Ejércitos de más de 70 países participaron en combates por tierra, mar y aire en los que se enfrentaron las potencias aliadas (sobre todo EE.UU., Gran Bretaña y la URSS) y las del eje (Alemania-Italia-Japón).
La guerra terminó con la victoria de las potencias aliadas y la creación de las Naciones Unidas.
A consecuencia del conflicto murieron 60 millones de personas, la mayoría de ellas civiles. Esta gran tragedia asoló con especial crueldad al continente europeo y a Japón.
La celebración de este tipo de aniversarios debe servir para enseñar a las naciones y a los pueblos en general a no caer en conflictos bélicos y valorar enormemente la paz y la libertad. La solución a los problemas internacionales nunca es la guerra.
La paz no es sólo cuestión de los gobiernos, sino que también depende de cada uno de nosotros.
Si la nota dijera: “Una sola nota no hace música...” no habría sinfonía.
Si la gota dijera: “Una sola gota no puede formar el mar...” no habría océano.
Si la piedra dijera: “Una sola piedra no puede formar una pared...” no habría casa
Si la palabra dijera: Una sola palabra no puede hacer una página...” no habría libros.
Si el ser humano dijera: “Un solo gesto de amor no puede salvar a la humanidad...” no habría justicia ni paz, ni dignidad, ni felicidad en el mundo.
Como la sinfonía necesita cada nota, como el libro necesita cada palabra, como la casa necesita cada piedra, como el océano necesita cada gota de agua... la humanidad te necesita, pues donde estés eres único e insustituible y formas parte del plan de Dios.
El 2 de Septiembre de 2009, al final de su catequesis en la Audiencia General, el Papa Benedicto XVI dirigió un especial saludo a los fieles polacos alentando a la reconciliación, con quienes recordó los 70 años del inicio de la Segunda Guerra Mundial, cuando Polonia fue invadida por el ejército nazi de Hitler.
En su saludo, el Papa señaló que "en la memoria de los pueblos permanecen las tragedias humanas y lo absurdo de la guerra. Pidamos a Dios que el espíritu del perdón, de la paz y de la reconciliación llene los corazones de los seres humanos".
"Europa y el mundo de hoy necesitan un espíritu de comunión. Construyámosla sobre Cristo y su Evangelio, sobre el fundamento de la caridad y la verdad", concluyó.