con que nos encontramos en la vida.
Los que son fuertes no se dejan tentar por las cosas que saben no les convienen
o no son buenas para ellos o para otros, así se les presenten
bajo la forma más atractiva y seductora.
Son personas aplomadas y serenas, que conservan la compostura tanto en los buenos
como en los malos momentos, pero sobre todo en estos últimos, infundiendo confianza
y tranquilidad entre quienes las rodean.
No debemos confundir, sin embargo, la fortaleza con la inflexibilidad,
el cerramiento de espíritu o la dureza de corazón.
Gracias a la fortaleza, aprendemos también a resistir la adversidad,
las enfermedades y el dolor en sus distintas formas y a luchar contra ellos sin amargura, poniendo todo de nuestra parte, seguros de que vamos a salir adelante.
Para ser fuertes...
Si pasamos por un mal momento, evitemos dejarnos arrastrar por el pesimismo o el desánimo.
Recordemos que los sentimientos negativos no son buenos consejeros.
No cerremos los ojos frente a nuestras propias debilidades.
Aceptémoslas tal como son, con honestidad.
Sólo así podremos controlarlas.