La imprudencia
La imprudencia es la incapacidad de prever las consecuencias que nuestras palabras o nuestros actos pueden tener en el mundo que nos rodea.
Somos imprudentes cuando hablamos sin pensar o sin conocer, y también cuando no sabemos refrenar nuestra lengua y revelamos los secretos que nos confían.
La indiscreción, la falta de tacto, son un típico producto de la imprudencia en el trato humano, y suelen herir u ofender innecesariamente a las personas afectadas.
La imprudencia es igualmente la principal causa de la mayoría de los accidentes que tienen lugar en las calles y carreteras y en el mundo del trabajo en general.
Trágico ejemplo de lo anterior son los conductores que no respetan las señales de tránsito o los trabajadores que realizan labores peligrosas en malas condiciones de seguridad, por sólo citar dos casos.
Una persona imprudente puede ocasionar la muerte de otra u otras sin quererlo, y convertirse en criminal a pesar suyo.
A tal punto llega el daño que la imprudencia puede causar.
Obstáculos para la prudencia...
-La cultura de la indiscreción y del chisme, que nos lleva a prestar atención y a dar por ciertos los rumores que circulan acerca de las personas, sin preocuparnos de averiguar si son ciertos o no.
-El mal ejemplo de muchos ciudadanos, que desafían públicamente las reglas de la convivencia y consideran sus más peligrosas imprudencias como travesuras sin importancia o como actos de valentía.
Las personas prudentes son precavidas, moderadas, respetuosas, sensatas, responsables, cuidadosas.
Las personas imprudentes son irreflexivas, descuidadas, indiscretas, incautas, torpes, peligrosas.