Oh hermosa, bella entre las mujeres, tu amado que del desierto sube para tomar de ti manojo de virtudes, llega sediento de tus manantiales. Arribo al pozo de tus aguas vivas al fiel amparo de tus lunas llenas, los otros tiempos que me dieron mirra, sutil los borra tu agradable esencia. Hallé la paz que tu mirada diera, fue tu palabra como lanzallamas, me incendió de amores, derritió cadenas, y dejó a mi alma fuegos que le abrazan. En la arena infertil hoy cultivo rosas, arroyo de letras la vuelven praderas, reverdecen todos mis versos y prosas que vuelan amantes cruzando fronteras. Deja que te toquen todos mis sentidos, que mientras te canto canción romancera, mis manos, mis ojos, más comprometidos, te conduzcan siempre por plácida vera. Hoy te dejo un beso, caricia traviesa, mañana decides si la ansiada meta cruzamos ansiosos en entrega cierta; esperando alerta, mi puerta está abierta