Mujer.

Al igual que Mary Wollstonecraf, “No les deseo que tengan poder sobre los hombres, sino sobre sí mismas.” Poder para tomar tus decisiones, poder para marcar el norte y guiar tus pasos, sonreír a carcajada limpia, para recordar los mejores episodios de tu vida, y llorar por los desaciertos. Poder para atreverte a caminar desnuda por una montaña, para cantar…y amanecer cantando, para correr, saltar, trotar, explotar como pequeño petardo y tumbarte panza abajo, sobre la tumba de algún ser amado.

Con parcial acierto, Lin Yutang dijo en cierta oportunidad: “Todos los trajes de las mujeres son solamente una transacción entre el deseo manifiesto de vestirse y el deseo encubierto de desnudarse” pues, desnudarse o vestirse no solo implica pelar o tapar el hueso y la pantorrilla, si no exponer la sangre, la vena, el coagulo, la entraña. Repasar los cristales que tiene el corazón, y hacerlos sonar al compás del viento, desde todos los puntos. Tener capacidad de quedarse aunque estés lejos, y de cosechar prismas, unos tras otros.

Cuando una mujer ama, decía Plutarco: “ponen en el amor algo divino. Tal amor es como el sol, que anima a la naturaleza.” Y se ama todo, un hijo, una hija, una mascota, un hombre, una nota musical, un olvido, un piano, una piedra, un libro, un verso, una bandera. Una idea, la encarnación de esa idea y la consumación de la misma. Por eso no dudo que, cuando, Clara Zetkin, en aquella solemne conferencia de mujeres socialistas celebrada en Copenhague propuso celebrar “el día de la mujer” haya causado tal impacto pues, apelaba “al amor que hay un encuentro”, a la primera celebración que se realizó el 19 de marzo de 1911, participaron públicamente más de un millón de mujeres. Durante los primeros años, el Día Internacional de la Mujer se festejó en diferentes fechas, según los países. Fue en 1914, a propuesta de las alemanas, que se celebró por primera vez en Alemania, Suecia y Rusia, el 8 de marzo. Poco a poco otros países fueron sumándose a esta fecha conmemorativa, reconocida por la Organización de las Naciones Unidas.

Hoy se cumplen cien años de esa idea-amor expresado por Clara Zetkin, y algunos colores se ha intensificado, otros se han palidecido, y las mujeres siguen siendo mujeres… algunas auténticas, otras con máscaras que se han quedado en el intento. Mujeres jóvenes que reflexionan como abuelas, abuelas que bailan como quinceañeras. Mujeres vigorosas ante un jardín o una lombriz de tierra y débiles ante un ratón. Sabias ante un improvisto y temerosas ante un artículo de leyes. Eso somos…corazón, escudo, savia, flor, semilla, raíz, campana, temblor, cofre, ternura, olvido, cascada, Etc.

Cesare Pavese dijo: “Cuando somos jóvenes lamentamos no tener una mujer, cuando nos hacemos mayores lamentamos no tener a la mujer.” S

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